Cualquier canterano hubiera salido contento de El Sadar después de debutar en liga con el Valencia. Toni Lato no lo estaba. El de la Pobla de Vallbona estaba tristón por Voro, por sus compañeros y por ver cómo el equipo de toda su vida no es capaz de levantar cabeza. Lo primero que hizo el lateral izquierdo al llegar al vestuario de El Sadar fue escribir por ´Whatsapp´ a su padre. Antonio Latorre también lleva el fútbol en la sangre. Defendió los colores del Gimnástico entre otros y, como muchos de aquellos futbolistas, acabó trabajando en el puerto. El lunes le tocaba. Si Lato debutaba no podría verlo. Durante el descanso recibió un mensaje. Era el padre de Soler. «Tú hijo está calentando, va a salir». El mayor de los Lato no se despegó de la radio hasta el final del partido. Inmediatamente después llegaron los mensajes al móvil de su hijo. «Has vist el partit?». «No, estic treballant, però ho he escoltat», le contestaba. Entonces llegó el mensaje que emocionó a su padre. El que habla por sí solo de la personalidad de este chico y el amor por su club. «Pare, anem a eixir d´esta segur».

Lato, como Carlos Soler, Rafa Mir y Sito, son aire fresco y optimismo para este equipo de jugadores constrastados superados. El mensaje de Lato a su padre tras el partido es la prueba. Tiene tantas ganas de ayudar que un poco más y ve una tarjeta amarilla antes de estrenarse. Voro le puso a calentar a los treinta minutos cuando Siqueira empezaba a tener molestias en su tobillo izquierdo. Tanta fue su emoción que empezó a correr la banda de El Sadar sin el peto obligatorio. ¡Iba con el ´26´ a la espalda como si fuera un titular más! Algo que está estipulado en el reglamento como amarilla. Por suerte, le avisaron a gritos desde el banquillo. En el campo todo está dicho. O casi todo. Se asoció variasveces con Soler. Se buscaban. Llevan toda la vida jugando juntos. Y eso es lo que tanto se echa en falta en este equipo. Nada más acabar el partido todo fueron felicitaciones de sus compañeros. Todos le dieron la enhorabuena. Nadie dudaba de él. Lleva entrenando desde mayo con el primer equipo y el vestuario sabe que es «uno más». El lunes lo demostró. Colgará la camiseta en su habitación. Y no será la última.