Tres horas de viaje a Las Palmas se hubieran hecho eternas hace dos semanas cuando todo era pesimismo dentro del Valencia. Ese clima enrarecido que vivía el equipo, con el eco todavía de los «fuori» de Cesare Prandelli y los dardos públicos de Layhoon Chan a la plantilla, ha cambiado para la salud del club. El ambiente vuelve a ser respirable gracias a la mano de santo de Voro y, sobre todo, la esperada llegada de los resultados. Fue es y será ley del fútbol. Ganar al Espanyol y al Villarreal de la forma que se hizo ha supuesto una inyección de vida a un vestuario que estaba muerto competitivamente. Lo que era miedo a perder en el último desplazamiento de Liga a Pamplona se ha convertido, quince días después, en hambre de victoria. El pánico a fallar ha desaparecido. Lo que se repiraba ayer en el vuelo a Canarias es todo lo contrario. El equipo se lo ha creído y los jugadores se sienten mejores con Voro. Junto han dado un paso adelante, pero nadie ahí dentro se da por satisfecho. Quieren más. Sus vidas y la del Valencia son más fáciles así. Atrás quedaron los silbidos y los abucheos. Este equipo tiene ganas de palmas.

Voro se ha encargado toda la semana de que ese aire fresco y optimista que ha entrado en el vestuario no se traduzca en una peligrosa tormenta de euforia. «Hay que tener los pies en el suelo y sabe de donde venimos», repite una y otra vez el entrenador a todo el que se le acerca en el aropuerto de Manises. Ni quiere relajación porque no se ha conseguido nada ganando al Villarreal y al Espanyol. Ni quiere que sus jugadores miren hacia arriba en la clasificación porque el peligro del descenso continúa siendo una amenaza. La prueba de ello es que lo primero que hizo el cuerpo técnico al encender el teléfono móvil en el avión fue mirar el resultado del Sporting. Perdió. Un triunfo dejaría el descenso a nueve puntos.

La de esta noche es una oportunidad de oro fundamentalmente para abrir brecha definitiva con los equipos de abajo, pero también para confirmar al resto de equipos de la Liga que el Valencia ha vuelto. Ya lo demostró en el Estadio de la Cerámica y ahora quier hacerlo en otro territorio amarillo como el de Gran Canaria. El equipo está preparado para dar continuidad a todo aquello bueno que se hecho desde la llegada de Voro en orden, intensidad y fútbol. El técnico encima podra alinear un once de gala. Por primera vez juntará a su defensa titular. Montoya se ha recuperado de sus molestias en el gemelo y acompañará a Garay, Mangala y Gayà. Con ellos volver a dejar la portería a cero puede ser más fácil. Todavía más fuerte y consolidado que nunca llega el centro del campo. Enzo y Parejo han crecido de la mano de Carlos Soler hasta el punto de no asustarles una medular canaria con Roque Mesa, Vicente Gómez y Jonathan Viera. Algo intimidatorio hace quince días. Arriba todo es también confianza. Con la mejor versión de Nani y un Mina que ha hecho olvidar por increible que parezca las urgencias con Zaza.

¿Munir o Cancelo? La duda en la derecha queda despejada en favor de Cancelo. Tal y como está el equipo de lanzado cualquier opción es valida. Voro solo tiene la baja de última hora de Medrán y las sabidas ya de Siqueira y Rodrigo. Fede, Bakkali y Ryan no viajaron. Tienen pie y medio fuera. Lato y Sito lograron hacerse hueco y eso es bueno. Por acompañar acompañan hasta los líos de Quique Setién con su vestuario. Todo está de cara para devolver al Valencia al sitio donde se merece y confirmar que lo de Voro no solo es un efecto. Es una bonita realidad. Sin pitos. Con palmas.