Apenas se habían consumido diez minutos de la segunda mitad y los aficionados empezaban a abandonar Mestalla, una imagen inédita en muchos años que retrata al Valencia CF de la impotencia y el desgobierno. El partido puso de manifiesto las carencias del equipo en el centro del campo que el club no ha creído necesario revisar tampoco en este mercado de invierno. Sin Parejo, sancionado, el fútbol no alumbró el juego del equipo, construido a base de carreras y fogonazos que rara vez llegaban a algún sitio. Nada que hacer frente a un equipo que convierte en virtud sus limitaciones, bien plantado en el campo y con un delantero que transformó en gol prácticamente todo lo que le llegó. La reacción del equipo se ha apagado. Más arriba todavía es peor, no hay reacción alguna.

La imagen de la gente buscando los vomitorios de salida en silencio y con la cabeza mirando al suelo se producía después de marcar el Eibar el tercero, un golazo de Dani García recogiendo un rechace totalmente solo en la frontal del área que cerraba cualquier posibilidad de reacción después de que el equipo de Voro se marchara al descanso con 0-2 y un jugador menos. Lo hacía después de una primera mitad malísima pero, con todo, el castigo parecía excesivo. El penalti pasado el minuto 45 y la expulsión de Carlos Soler sobraban. Acciones como esa en los saques de esquina hay miles, provocaciones, forcejeos, agarrones y alguna mano que puede ir más allá de lo permitido. El joven jugador del Valencia cayó en la provocación y el andaluz Munuera Montero lo estaba esperando para echarlo. Después, Diego Alves tampoco adivinaría la intención de Adrián en el lanzamiento de la pena máxima y el segundo del Eibar caía como una losa sobre Mestalla.

La más destacable del Valencia en todo el partido fue una acción de Gayà por la izquierda con centro al segundo palo que Zaza remató de cabeza demasiado alto. No podía imaginar el italiano, así como Orellana que entraría en la segunda mitad, peor debut ante su nueva afición. Fue una acción aislada porque era el Eibar el que empezaba a avisar con un disparo ajustado de Arbilla y después, ya en el 28, con el 0-1 de Sergi Enrich. El delantero le ganó la pugna a Montoya y remató en plancha un centro de Escalante fuera del alcance de Alves.

Trató Voro de poner una marcha más en la segunda parte con Orellana por Cancelo, una vez más desafortunado y ya son muchas, pero igual que en Las Palmas, el Eibar encontró la escuadra de Alves con el tercero y ya definitivo. La reacción del Valencia, en vcualquier caso, había sido demasiado tibia como para tener algún efecto. El equipo parecía derrotado ya mucho antes de estar el partido decidido. Enrich todavía tendría tiempo de rematar su doblete, una vez más ganando la acción a Montoya y batiendo por bajo al brasileño. Para entonces, Mestalla ya se había cansado de protestar y de pedir cabezas. Después del enfado, con Anil Murthy en el palco, se había hecho el silencio.

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