Un 14 de febrero de 2001 debutaba Pablo Aimar con la camiseta del Valencia CF. Era un partido entre semana pero Mestalla se había vestido de gala porque el todopoderoso Manchester United rendía visita al viejo coliseo valencianista.

Todo estaba preparado para que la afición del Valencia viviera un partidazo de los que iban a marcar historia, y a fe que lo hizo. Pero no por el resultado, que fue empate a cero, aunque el choque resultó eléctrico, vibrante y jugado de poder a poder. Un Valencia CF descarado que buscó la victoria y un United que mostró su respeto al equipo que entonces entrenaba Héctor Cúper y que era el vigente subcampeón de la competición. El partido fue histórico porque marcó el principio de la etapa de Aimar en el conjunto de Mestalla.

Aimar llegaba con la vitola de ser una estrella del fútbol argentino, él y Saviola eran los mejores jugadores de un River Plate que maravillaba en Sudamérica y ambos parecían destinados a devolver a la selección Argentina a lo más alto, estaban llamados a ser los dignos herederos de Diego Armando Maradona. Sin ir más lejos, de Pablo decía esto Diego en aquellos días: "De los jugadores argentinos, es el que más me gusta". Y el Príncipe Francescoli, el gran icono de los aficionados de River, no le iba a la zaga: "Aimar es un jugador diferente, siempre va un segundo por delante".

Horas antes de que comenzara el encuentro, la gran duda entre todos los aficionados del Valencia era si Cúper se atrevería a poner en el once titular a Pablo Aimar, reciente y flamante fichaje del Pablo AimarValencia por el que apostó y fuerte el entonces secretario técnico Javier Subirats.

El fichaje de Aimar Aimar por el Valencia desató una tremenda expectación entre los valencianistas, y ese día, miércoles, poco después de que estampar su firma con en club de Mestalla en los días finales de enero, y casi recién incorporado a los entrenamientos con Héctor Cúper, el técnico argentino lo puso de titular.

Pablo Aimar maravilló a los valencianistas en una primera parte llena de electricidad, cambios de ritmo, controles cuidadosos y regates atrevidos. El valencianismo se frotaba las manos con un jugador que parecía de dibujos animados, que si bien tal vez no llegó a romper definitivamente como de él se esperaba, siempre tuvo un lugar de privilegio en el corazón de todos los valencianistas. No en vano, todo comenzó un 14 de febrero, día de los enamorados.

El Valencia pagó 2.600 millones de pesetas por él, estuvo cinco temporadas en el conjunto de Mestalla y fue traspasado al Zaragoza en el verano de 2006 por once millones de euros.