La primera reacción de Nani tras romper el marcador ante el Athletic fue apuntar hacia Fabián Orellana. El gesto reconoció el mérito de la asistencia. El chileno le sirvió el gol en bandeja con un pase espectacular. "Es fácil jugar con Orellana", aseguró el portugués tras el partido. Viniendo de donde viene el halago, buena señal. La realidad es que Fabián ha encajado rápido en el equipo. Buenos detalles dentro del desastre del Eibar, una primera parte de mucho nivel ante el Betis y una actuación redonda ante el Athletic. Con Nani se entiende de maravilla y también con Parejo. El chileno es un generador de enlaces fantástico y un jugador con un valor enorme para activar el juego entre líneas. Recibe, gira, controla el tiempo de la jugada y busca al compañero. Acelera y frena. Tira una pared y ataca los espacios con un pase o un regate. Es el mediapunta, la pieza de engarce entre medio campo y zona de finalización que faltaba.

La estructura agradece su carácter específico. En los dos últimos partidos ha entrado en la posición clásica del diez, por delante de Parejo y Enzo Pérez en un 4-2-3-1. Todavía se nota que llevaba un tiempo castigado en el Celta, pero va subiendo el ritmo progresivamente. Tampoco es un futbolista potente o especialmente agresivo en defensa. Lo suyo es generar, ofrecerse, jugar y hacer jugar. En eso ya ha ofrecido un salto de calidad para el Valencia, sensible más allá de los números, que le reconocen como el mejor jugador del duelo ante el AthleticAthletic. Había competencia: Enzo Pérez, Luís Nani y Simone Zaza estuvieron realmente bien. Orellana fue el jugador con más regates intentados (ocho) y el mejor en regates con éxito, con cuatro, como Enzo. Generó dos ocasiones (una fue la asistencia a Nani). Y fue el tercer jugador con más pases en el último tercio de campo, once buenos en diecinueve intentos. En total, 25 de los 52 pases que trazó fueron hacia adelante. La estadística ilumina el tipo de partido que hizo. Buscó eliminar rivales y superar líneas, apoyar y lanzar a sus compañeros.

Participó en los dos goles, en el segundo produjo la dejada a Munir, antes del último pase del hispano-marroquí para Zaza. No fue perfecto -el chileno también perdió cuatro veces la posesión y pecó de individualista en un par de contragolpes- pero volvió a convencer. La primera sociedad por pases del partido fue Parejo hacia Orellana con 16 entregas. El canal más importante abierto por el chileno fue con Luís Nani, doce pases. Orellana hace mejor al resto y el portugués lo está agradeciendo. También Parejo, que ya no está obligado a hacerlo todo.

Con mala intención

La presencia de Orellana no elimina a Carlos Soler de la ecuación. Fabián ya ha demostrado en el Celta que puede ser mediapunta o ejercer de enlace desde la banda derecha, donde tiene un efecto trampolín para el lateral de su carril y mantiene su influencia como generador de juego. Un Valencia con Nani, Parejo, Enzo, Carlos Soler y Orellana (de banda izquierda a banda derecha) es absolutamente factible. Depende de Voro.

Ernesto Valverde reconoció el efecto del chileno: "Es un jugador que siempre pierdes de vista, tiene una habilidad especial para jugar entre líneas y siempre es un problema. Es un gran jugador". El próximo reto es el Real Madrid y mantener ese nivel de acción ante Kroos, Modric o Casemiro. La capacidad de intimidación de Enzo, la claridad de Parejo y la acción indetectable de Orellana (junto con las maniobras de Nani) se aparecen en la previa como factores determinantes.

En la primera vuelta, como jugador del Celta, Orellana ya dejó una joya en la visita celeste al Bernabéu. El chileno firmó un golazo desde fuera del áerea, tras una buena dejada de Guidetti. Fabián apareció por sorpresa en la zona débil del Madrid, en un latifundio generado a la espalda de Ramos y Marcelo. Siempre con la mejor intención.