Descontado el cortocircuito producto del bajón de concentración que tuvo lugar en el último tramo, Voro acabó satisfecho con la línea competitiva que mostraron sus futbolistas durante el encuentro frente al Alavés. El técnico, sin embargo, volvía el domingo por la tarde de Vitoria con un quebradero de cabeza. La expulsión de Orellana por doble amarilla supone una dificultad, otra más, en su misión de rotar futbolistas sin debilitar el potencial del equipo en este tramo apretado del calendario. El Valencia acaba de superar el ecuador de una serie de quince partidos en quince días, las fuerzas están bastante mermadas y todos los activos son importantes. Especialmente en ataque, donde el de l´Alcúdia ya ha remarcado en distintas ocasiones que tiene una crisis de efectivos. A Santi Mina y Luís Nani, lesionados, se une también Orellana. Ninguno de los tres estará disponible para jugar este martes ante el Leganés en Mestalla.

El técnico se quejó de la rigurosidad en la acción de la primera amarilla, siendo que en la primera parte había perdonado una posible roja a Theo Hernández por golpear por detrás a Zaza sin haber disputa del balón por medio. Melero lo dejó en amarilla. «La primera amarilla parecía que era falta a favor nuestro y la segunda es un juego peligroso... Está hecho ya y lo que hay que hacer es aprender de eso. Las bajas en la zona de ataque nos condicionan para la semana que viene pero vamos a esperar a recuperar gente. Sabemos que el equipo ha hecho un gran esfuerzo, ha competido dentro de unas circunstancias. Vamos a ver cómo armamos un equipo competitivo para ganar en Mestalla, ante nuestra gente», analizaba el técnico, preocupado por esta situación.

Y es que al Valencia se le está notando que la plantilla, cuando hay bajas o hay necesidad de hacer rotaciones, como en el caso de este partido, es la que es. Handicap añadido para Voro, que en el ataque le quedan Munir, Zaza, Cancelo y Bakkali para tres posiciones frente al Leganés.