Esta historia de la pequeña Sara nos demuestra cómo una entidad aparentemente pequeña puede conseguir sin burocracia cosas que los trámites administrativos de otras más grandes a menudo entorpecen y pueden llegar a bloquear. Los propios padres adoptivos de esta niña son los que relatan lo sucedido en primera persona.

n Nosotros tenemos una papelería en la localidad de Catarroja y un día de finales del año 2006 atendimos a una clienta joven que decía venir de Guinea Ecuatorial y que estaba acompañada por una niña de unos cuatro meses de edad, a la que llevaba en un carrito. Nos llamó la atención ver que la niña tenía una incisión profunda y muy llamativa en la cara y después supimos que la medicina lo llama ´labio leporino´, aunque esta fractura llegaba hasta bien entrado el paladar. Volvieron a la tienda en un par de ocasiones más y nos hablaron de la odisea que vivieron madre e hija para poder llegar a España en busca de una solución médica. Y es que unas monjas de Guinea le dieron una dirección donde podría encontrar la ayuda que necesitaba en España y se lanzaron a la aventura de subir a un avión endeudándose y sin saber lo que les depararía el destino.

Ella buscó ayuda médica en Madrid en distintas entidades ´benéficas´ que fueron pasándose el problema de unas a otras. Gracias a estas visitas a nuestra tienda fuimos conociendo más en profundidad la historia y la madre llegó a decirnos que, cuando estaba desesperada deambulando por la capital de España y pensando que no iba a obtener ayuda, viajó a Catarroja para visitar a una prima suya planeando ya el regreso a su país. Pasó el tiempo y no volvimos a saber nada de ella hasta que reapareció un día con las mejores noticias que podían esperarse. Nos contó que de forma providencial había encontrado en el mercado del pueblo a una mujer que se interesó por el problema de la niña y a la que le relató lo vivido desde su llegada a España.

Cuando la mujer contó a su hijo, miembro activo de la Penya Valencianista per la Solidaritat, el encuentro en el mercado de Catarroja la maquinaria de la Penya se puso en marcha. Los médicos vinculados a la Penya hicieron que la niña fuese operada rápidamente pues no era sólo una cuestión estética sino que ese paladar hundido llevaba consigo otras patologías añadidas.

Con la niña ya operada y con sus problemas médicos casi resueltos nos siguió visitando. Fue la última de sus visitas la que nos cambió la vida. Ella vino a despedirse y nos dijo que tenía que regresar a su país para atender a los hermanos que la niña había dejado allí pero no podía llevarse a Sara porque su tratamiento debía continuar después de la operación. Su miedo desgarrador era dejar a Sara en España pero necesitaba la mejor de las familias para que la cuidasen porque tenía pánico a perderla y no volverla a verla más. Al conocer la historia y la situación nosotros le ofrecimos la posibilidad de acogerla y cuidar a su hija. La emoción que vivimos fue desbordante y la Penya Valencianista por la Solidaritat documentó lo necesario para legalizar la acogida.

Sara habla ahora con frecuencia con su ´madre africana´. Esta la visitó cuando la niña fue vuelta a operar hace unos cinco años, mientras que el padre vino hace tres años a conocerla. Este mismo verano fue uno de sus cuatro hermanos el que vino a conocerla. La decisión de acoger a Sara y tenerla como una hija más no fue fácil pues ya teníamos dos hijos mayores de edad y esto significaba tener que empezar de nuevo, volver a cambiar pañales, volver al parque y todo lo que conllevaba retomar hábitos con alguien de tan corta edad pues quisimos cuidar y educar a la niña como una hija más que necesitaba nuestra ayuda. Desde entonces Sara ha tenido revisiones médicas cada seis meses por toda clase de especialistas por lo que su seguimiento y progresión están garantizados. Por su carácter, los médicos le tienen mucho cariño y ella colabora en sus revisiones. En su colegio tiene una conducta exquisita hacia los maestros y los compañeros, quizás porque el conocer desde el principio que su historia no había sido como la de los demás niños le ha hecho crecer en sensibilidad y respeto. Estamos orgullosos.

La Penya Valencianista por la Solidaritat quiere agradecer a Paco y Mari, los padres adoptivos de Sara, su infinita generosidad y haber sido los verdaderos protectores que la niña necesitaba. José Luis Zaragosí, Isabel Moreno y Alfredo Perales pusieron lo mejor de sí en la Penya Valencianista per la Solidaritat para que la niña recuperara su sonrisa desde la medicina más cercana.