No hubo partido. El Atlético es un equipo magnífico y puede ganar bien a cualquier rival, sin embargo, el problema del Valencia fue la indolencia que demostraron algunos de sus futbolistas y sus terribles sinónimos: indiferencia, apatía, dejadez. El equipo de Simeone fue más por plan, por intensidad física y por mentalidad. Los rojiblancos ganaron todos los duelos. Las sensaciones -por encima del resultado- restan valor a los triunfos ante el Athletic -con la mente puesta en la Europa League y con diez toda la segunda parte por la lesión de Aduriz- o Leganés, que reservó a ocho titulares en Mestalla pensando en el partido ante el Granada.

La última visita al Manzanares

recupera e insiste en las carencias competitivas de la plantilla y los defectos del proyecto. Más importante todavía, machaca el crédito y agota cualquier tipo de ilusión de cara a las últimas doce jornadas de campeonato. Es cierto que el Atlético tuvo fases buenas por aplicación en el pressing y en la recuperación, pero nunca sufrió. Los colchoneros ganaron jugando en tercera (marcha). El primer tiro del Valencia a puerta llegó en el minuto 72.

Fue uno de los partidos más fáciles de la temporada. Quedan daños a uno y otro lado. Orellana descubrió su peor versión y superó el terrible partido que jugó ante el Alavés. No aportó nada y dio la razón a Berizzo. Munir... cero. Invertir 12 millones de euros en él es una imprudencia. Cancelo fue una máquina de perder balones. Enzo Pérez dejó la sensación de estar agotado, lanzó un par de arrancadas, pero falló mucho más de lo que en él es habitual y casi siempre estuvo fuera de posición. Recuperó poco y no ganó ni un solo duelo ante Saúl, Gabi o Koke. Parejo tiene coartada porque en esta serie de partidos lo ha jugado todo. Voro no le ha podido dar descanso y eso explica una parte de lo sucedido. Una parte... El cosladeño estuvo lento y espeso, ahogado, sin batería física y sin chispa para pensar: acumuló 22 balones perdidos, fue desposeido seis veces y palmó once pases. Guste más o menos, Parejo es el motor del Valencia y sin él es imposible despuntar. No hubo centro del campo, tampoco bandas. El Atlético hizo lo que quiso. El único que lo intentó fue Carlos Soler.

Partidos y desbordados

Partidos y desbordadosEl Atlético abrió el partido tras una pérdida de Orellana y un ataque rápido en el que eliminaron de la jugada a Parejo y Enzo con dos pases; la estructura se partió, Koke quedó mano a mano con la línea de cuatro -todos recularon- y sin oposición plantó a Griezmann mano a mano con Alves. Entre pifias propias y errores forzados, Griezmann y Gameiro pudieron elevar el marcado en dos o tres goles más. El segundo llegó tras un saque de banda mal defendido, en el que Filipe hizo lo que quiso hasta lanzar a Gameiro, cuyo disparo se envenenó al tocar en Mangala. El Atlético pelea por la Champions y el Valencia está perdido en tierra de nadie, metafóricamente y por su posición en la clasificación.