No se preocupen por él, Peter Lim se puede seguir permitiendo el lujo de degustar un buen Vega Sicilia cada vez que sale a cenar a pesar de que sus negocios e inversiones no atraviesan por un buen momento. Otra cosa es que, en estas circunstancias, esté en disposición de invertir más dinero para relanzar su proyecto del Valencia CF, que puede verse y de hecho ya se está viendo perjudicado por las pérdidas que acumula su principal vehículo inversor en la bolsa de Singapur, la sociedad Rowsley.

Son muchos los problemas que tiene en el Valencia, el equipo no funciona y el recorte en los ingresos sobre el plan previsto impide ver una salida a corto y medio plazo. Sus gestores en el club tampoco aportan soluciones y la realidad es que la cabeza del propietario está ahora mismo en otro lugar, pendiente de los vaivenes del mercado inmobiliario en Asia y de la inesperada inestabilidad que ha llevado el Brexit a sus negocios en el Reino Unido, entre ellos los que tiene con Gary Neville y otros exjugadores del Manchester United.

Antes de aterrizar en Valencia, el ´broker´ singapurés invirtió dinero de su bolsillo para fichar a Rodrigo, André Gomes y Cancelo, además de avalar la operación de Negredo, dinero que el Valencia le debía y después capitalizó en enero de 2016. Hoy, el magnate no estaría en disposición de hacer algo así por la falta de liquidez que sufre el conglomerado de Meriton. Bastante tendrá con poder atender todas sus obligaciones de pago con Bankia, el ayuntamiento, fichas y amortizaciones de la plantilla.

Si mira hacia aquí, para colmo, lo que ve son problemas y protestas de los aficionados, que han perdido la fe en sus planes y pretensiones de llevar al Valencia CF a competir con los grandes clubes de Europa. Hasta la presidenta Layhoon Chan se ausenta constantemente los dos últimos meses para atender situaciones más urgentes en otras compañías del grupo, con la consiguiente ausencia de liderazgo en el día a día del club.

De todas las inversiones de Peter Lim y Meriton, la del Valencia CF es la que menos debería preocuparle sobre el papel a estas alturas. Hoy, si se hubieran cumplido las previsiones, el club sería una locomotora a todo gas generando ingresos de televisión y patrocinadores, con el nuevo estadio a poco más de un año de su inauguración, más abonados y un equipo compitiendo en la Liga de Campeones. Generando en definitiva dinero para invertir en futbolistas e ilusión, que también es una de las principales fuentes de riqueza en el fútbol.

Sin embargo, la realidad nada tiene que ver con el plan, el equipo se prepara para su segundo año sin pisar Europa, vive bajo la amenaza de una sanción por parte de la Comisión Europea que le obligaría a poner 23 millones de euros, sin patrocinador principal ni estadio en tres años a la vista, los ingresos por derechos audiovisuales muy por debajo debido a la mala clasificación del equipo y a la espera de otro verano de recortes y venta de futbolistas que no auguran una mejoría de cara a la próxima temporada. Si tienen algún plan alternativo para salir de esta situación de deterioro, desde luego a día de hoy no se lo han contado a los valencianistas.