Carlos Soler deslumbró en el campo del Barça. El centrocampista demostró personalidad en su estreno en el recinto blaugrana y conquistó el reconocimiento del auditorio. No se arrugó, intentó jugar y hacer jugar, con esa forma tan nítida que tiene para interpretar el fútbol. La maniobra y el pase al espacio para Gayà, en la acción del empate (2-2) de Munir, corresponde a un jugador de muchos quilates. El rejonazo no ha pasado desapercibido para aficionados y técnicos. La ejecución fue espectacular. Si bien, el valor trascendente de la operación está en la idea. Ingenio, propósito, confección y desenlace se alinearon de manera precisa. Cabeza levantada y golpeo afilado. No hacen falta más demostraciones: el proyecto 2017/18 debe considerar a Carlos como una de sus piezas esenciales. Pese a la nebulosa que envuelve al Valencia, la apuesta no puede dejar lugar a las dudas. El centrocampista aporta sentido y contenido al serial de discursos vacíos que los responsables del club han lanzado en los últimos años.

Soler tiene valor añadido y renueva todos los valores que se han arrasado en los últimos tiempos. Carlos tiene hambre e ilusión. Ponerse la camiseta del Valencia en el Camp Nou es lo máximo para él y todavía no está contaminado por la mediocridad que está desconfigurado o ha desconfigurado a la mayor parte de la plantilla.

Identidad, ilusión y juventud

Soler es joven, pero tiene la cabeza bien amueblada, le gusta el fútbol (lo vive y le interesa), es valenciano, su familia es valencianista, lleva en el club desde los siete años y -sobre todo- tiene categoría. En el contexto actual, Soler es reconciliación y vigor para el sentido de pertenencia y para la maltrecha identidad del equipo. Es uno de los pocos jugadores con los que el aficionado puede identificarse. Además, funciona como modelo dentro de la estructura de La Academia. Ahora mismo, más allá de Soler, el único ejemplo original con estas condiciones es José Luis Gayà. Otro elemento que el club debería proteger y valorar.

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Con dorsal y ficha del primer equipo desde enero, Soler tiene una cláusula de rescisión de 30 millones de euroscláusula de rescisión de 30 millones de euros. La temporada pasada firmó su renovación hasta 2018 -en la que ya se contemplaba el salto que se ha producido- con otras dos temporadas más opcionales. Ese tipo de flecos son los que Alexanko debería tener atados porque partidos como el del Camp Nou disparán los pretendientes. Salvo imprevisto, Carlos Soler será internacional Sub21 para el ciclo 2017-2019.

El centrocampista no se toca

La plantilla necesita refundarse a todos los niveles y potenciar el rol de futbolistas como Soler es sinónimo de crédito y credibilidad. La jugada no significa eliminar la competencia, pero si respetar el terreno conquistado en sus primeros meses. Para empezar, la plantilla 2017/18 contará con el refuerzo seguro de Nemanja Maksimovic, otro centrocampista, internacional por Serbia Sub21, que aterrizará en junio.

Soler está superando las expectativas. Tiene mucho en lo que mejorar, pero se le adivina un margen de mejora amplio. En el Camp Nou confirmó su visión de juego y también su atrevimiento. Una jornada más, fue uno de los jugadores que más disparó al marco rival. También volvió a ser el número uno en distancia recorrida -con más de 12 kilómetros recorridos- y sólo tuvo dos errores en el pase. Con 20 años, Soler es una apuesta segura.