"Siempre me gustó jugar con la pelota, dar pases, tirar paredes. Siempre trato de salir jugando... jugar limpio, sin tirar pelotazos". La autodefinición de Mammana proyecta a la perfección su personalidad y encuadra sus características dentro de un prototipo de central más técnico que físico y más inteligente que agresivo. El argentino no es un capo implacable. Su liderazgo tiene otro estilo y advierte un director cerebral. Mammana no tiene esa capacidad para intimidar en la anticipación que Otamendi exhibió en el Valencia y tampoco transmite la combatividad radical de Roberto Fabián Ayala en la marca. No prorroga la exhuberancia física de sus compatriotas y tampoco la capacidad para imponerse ante cualquier adversario en los duelos tierra-aire.

Emanuel es un defensa bien pulido, comete pocos errores, entiende el juego, corrige y cierra sin necesidad de consumir el reglamento. Dos amarillas en 14 partidos de Ligue 1 y menos de una falta de media por partido. Pocas veces se descose, mantiene la compostura y -con 21 años, recién cumplidos-destaca por su templanza. Mammana seduce por su elegancia, por su calidad en el control y por su forma de salir con la cabeza levantada.

Primero fue enganche, después cinco y finalmente marcador central. El origen explica sus cualidades. Estrella juvenil, campeón de Sudamérica Sub-17 y Sub-20 con Argentina, Mammana es uno de esos futbolistas adelantados por la expectativa y la poética, aliados y enemigos, que sustenta desde el rendimiento objetivo. En categorías inferiores siempre fue capitán y un tipo sobrio como Alejandro Sabella marcó su jerarquía. El ex seleccionador de Argentina le hizo debutar con la Albiceleste en los prolegómenos del Mundial de Brasil 2014 ante Eslovenia... todavía no había estrenado en partido oficial con River. Lo hizo sustituyendo a Mascherano, el único que -hasta aquel día- había alcanzado la internacional sin tomar la alternativa en su club.

No hay casualidades. En su momento, Rufete y Ayala pusieron su nombre sobre la mesa entre los recambios de Otamendi. Es otro aval a tener en cuenta.

Pese al idioma (francés), pese a la diferencia en el ritmo, pese a su juventud, pese a ser sus primeros meses en Europa... pese al cambio de contexto, Mammana ofrece gestos sobre el campo que refuerzan la posición de figurón futuro. En River no había jugado tanto: 34 partidos. Gallardo comenzó utilizándole de lateral derecho -como alternativa a Mercado- y poco a poco empezó a ganar peso entre Funes Mori, Pezzella, Balanta o Maidana, al que siempre ha agradecido su tutelaje y su estilo complementario. Mammana -hoy- reclama un compañero con cualidades añadidas para amortiguar sus carencias: capacidad de intimidación y carga en los duelos aéreos.

Aunque dejó Argentina con una media estadística notable (sólo mejorada por Víctor Cuesta, Independiente), los últimos ocho meses le han sentado de maravilla: ha batido a Nkoulou y Yanga-Mbiwa, ha empezado a ganar músculo y se ha medido a atacantes de toda condición como Higuaín, Laborde, Balotelli, Pléa o Gomis. Además, entrena contra Lacazette o Fekir. Vicente estuvo en Roma para verlo en directo ante Dzeko y Salah. Salió vivo. La defensa romanista la formaron Rüdiger, Manolas y Fazio. Los tres impusieron su poderío, por físico y por agresividad. Mammana tiene otra clase... es un proyecto elegante.