El Valencia fue dos fogonazos. Pepe Mel estuvo cerca de mandar a Fayçal Fajr a Marruecos hace tres semanas... después de ganar al Barça y equivocar un mano a mano que puso en riesgo la victoria ante el conjunto de Luis Enrique. Ayer, el centrocampista marroquí falló el penalti que pudo poner al Deportivo 0-1 por delante. Diego Alves es un artista desde los once metros y volvió a reivindicar su talento. Esa fue la diferencia. En igualdad de condiciones, fallar una situación así es demasiada ventaja. No hubo más partido. Garay machacó a balón parado y la brecha fue un abismo. El Depor fue un equipo ridículo, pero el Valencia -pese a la victoria-tampoco mereció adjetivos superlativos. Diego Alves fue el mejor del Valencia, con diferencia. Mala señal. La diferencia llegó a balón parado, promocionada por las decisiones de Ricardo De Burgos.

Un penalti fallado, un gol anulado por fuera de juego (inexistente) y la mayor personalidad del Valencia. El partido de Garay y Zaza fue el mejor ejemplo. Los dos necesitaban reivindicase y cumplieron. Garay, sin errores graves. Simone, sin marcar, puso todas sus condiciones al servicio del equipo. De nuevo fue el número uno en duelos aéreos ganados. Sumó en remates, entradas e intentos de desbordar. Zaza se puso el mono de trabajo.