Entre el valencianismo, prácticamente, nadie excusa la pobre temporada del equipo con los arbitrajes. Ni los aficionados, ni el entorno ni siquiera la entidad. No obstante, tan real como que el Valencia CF está trazando una de las trayectorias ligueras más tristes de su historia es que, tras la disputa de 30 jornadas, los blanquinegros continúan liderando los rankings de agraviados de la competición. El aficionado de Mestalla tiene motivos para sentirse perjudicado. A falta de ocho partidos, los valencianistas están a un solo penalti en contra de igualar el récord negativo de 12 cosechado en el año 1997/98.

La falta de respeto del estamento arbitral para con el Valencia CF se ha recrudecido, ha aumentado en los últimos tiempos de un modo proporcional a la pérdida de poder competitivo del equipo. En materia arbitral el club convive también en el extremo opuesto al de los grandes de la Liga. Cerca de los modestos. Por ejemplo, mientras al Barcelona no le han señalado en lo que va de curso ni un solo penalti en contra, los colegiados han castigado con once a los valencianistas. Después del último, el señalado el domingo a Carlos Soler por el catalán Fernández Borbalán, el de Mestalla es el conjunto del torneo con más penaltis en su contra, 11.

Evidentemente, la comparativa con el Barcelona no debe entenderse de una manera estricta, ya que la presencia de los rivales en el área de Ter Stegen es muy limitada en comparación con la que sufren otros porteros de la Liga. Sin embargo, es palpable que los de Luis Enrique han cometido alguna que otra infracción en la zona de los once metros que los árbitros han pasado por alto. Sin ir más lejos, el clamoroso penalti de Umtiti a Rodrigo Moreno en el partido que en la primera vuelta el Valencia acabó perdiendo con los culés 2-3. A la inversa, en cambio, se ha convertido en habitual ver como los colegiados han pitado y apuntado hacia los once metros en los dominios de Diego Alves. Once penaltis. Cuatro inexistentes como los señalados a Soler frente a Eibar o Celta, el de Nani a Correa y el de Alves en Leganés. Y uno dudoso, las manos de Abdennour en Ipurua. El acierto de Diego Alves para un Valencia que ha acabado encajando cinco goles de penalti.

El Valencia CF ha perdido voz y capacidad de intimidación en los organismos federativos, una carencia que también pretende cubrirse con la reciente llegada de Mateu Alemany. En Sevilla Juan Cruz Sol habló tratando de denunciar el trato que estaba recibiendo el equipo mientras nadie del club abría la boca desde el ´atraco´ padecido ante el Barça el 22 de octubre. Ese día el que cargó fuertemente contra Undiano Mallenco fue Jesús García Pitarch. Nada cambió. En el Benito Villamarín Pezzella hizo un penalti clamoroso al repeler con el brazo extendido el disparo de Montoya. Una acción más clara e intencionada que la de Abdennour en los inicios del torneo ante el Eibar.

Desde el empate sin goles del 11 de febrero contra el Betis el Valencia ha mejorado sus prestaciones y las decisiones arbitrales han perdido peso sobre un grupo de jugadores que ha ganado en confianza. Pese a ello, no debe quedar en el olvido como en los momentos de debilidad algunas actuaciones de los colegiados se convirtieron en una losa, en una mano al cuello del Valencia. Por las ya famosas manos de Abdennour Fernando Navarro no fue castigado en el Depor-Valencia de la primera vuelta. Las expulsiones son otro capítulo aparte, en su mayoría justas como la de Mangala en Can Barça, pero alguna rigurosa como la de Munir en Las Palmas que restó a los de Voro la posibilidad de competir en el segundo acto.