Al Valencia se le ha colgado una sonrisa. Con la irrupción de Carlos Soler y Toni Lato, que ante el Celta volvió a demostrar ante los ojos de Mestalla que es una apuesta ganadora, el valencianismo ha dado por fin con dos llamas para la esperanza en medio de un contexto de depresión. La contribución de los dos canteranos ante el equipo que dirige Berizzo fue explosiva e invita a soñar. Sin mayor bagaje que el de la ilusión, los dos jóvenes futbolistas se echaron el equipo a la espalda con el aplomo del que lleva toda la vida haciéndolo. Soler se graduó. Después de una serie de actuaciones brillantes el centrocampista decidió ir un paso más allá. Es carne de ídolo. Su exquisita definición por encima del portero quedará en la retina de una generación. Lato, por su parte, frenó a Iago Aspas, uno de los mejores jugadores de la Liga, y se fabricó un gol a los dos minutos de entrar al terreno de juego. No necesitó periodos de adaptación. Su momento ha llegado y requiere una apuesta decidida por parte del club. Ese parecía ser su mensaje en el instante en el que ejecutó su asistencia a Munir con frialdad de autómata. Levantó la cabeza y envió con claridad justo donde a otros se les nubla la vista. El futuro ya no asusta y Mestalla se ilusiona.

Los dos tienen a sus espaldas una vida juntos en la cantera, un recorrido lleno de anécdotas que comparten desde que tenían seis añitos -cuando se conocieron siendo benjamines- y una vida por delante en el primer equipo del Valencia. Su ilusión puede con todo, ha sido un ingrediente crucial para superar todas las etapas hasta la élite y eso, en un contexto como el actual, supone un plus. Lato y Carlos son dos argumentos para creer. Entre ellos no ha variado absolutamente nada. La llevan armando desde pequeños, desde aquella final en un torneo ante el Villarreal. Lato se encargaba de diseñar la jugada y Soler la enchufaba. Así una y otra vez, cuatro o cinco goles. Los dos se buscan. Lo han hecho siempre, en todas las categorías. El centrocampista, en cuanto recibe mira a la izquierda esperando la llegada de su colega. Son amigos dentro y fuera del campo: el Valencia solo puede beneficiarse de una conexión tan especial.

Una noche inolvidable

Soler ha demostrado que es un futbolista en torno al que armar un proyecto. Una pieza que por fútbol y por todo lo que representa debe ser referencial. Lato se destapó en su debut ante el Rapid de Viena, convenció en pretemporada, conquistó en la presentación ante la Fiorentina y en los partidos que ha jugado esta temporada. Voro confía en ellos. Ese será probablemente su mejor legado, el de la cantera. Los dos salían prácticamente los últimos de Mestalla el pasado jueves. Frente a la fachada, en uno de los bares, esperaban sus padres, llenos de felicidad. Llegaban a casa pasadas las dos de la madrugada y si bien ellos iban directamente a la cama para llegar con fuerzas al entrenamiento de ayer, en sus casas se volvía a ver el partido. Esto solo acaba de empezar. Ellos son la esperanza.