La actuación notable de Santi Mina y Álvaro Medrán en Granada dejó muchas lecturas. Visto el rendimiento último de Fabián Orellana, una de las interpretaciones más evidentes es que el mediapunta chileno -también Munir- va a tener más presión. Buena noticia para el equipo -la competencia interna es fundamental- y para Voro, que tiene más margen de maniobra. El entrenador lo tiene más difícil para elegir o más fácil... según se mire, porque la influencia de Orellana en el equipo lleva perdiendo vigor desde hace varias jornadas. Su suplencia en el Nuevo Los Cármenes no fue una sorpresa. Al contrario, la decisión del cuerpo técnico está totalmente justificada. Una señal y un síntoma de lo que está sucediendo o puede suceder.

Orellana ha perdido su condición de titular. Al menos, de titular indiscutible. El mediapunta ha ido de más a menos hasta diluirse. En Valencia, su versión más determinante sólo ha aflorado ante Athletic (fue el mejor y dio una asistencia) y Real Madrid (un gol). Ofreció vida en sus dos primeros partidos: Eibar y Betis. Pero después sólo se ha salvado del suspenso ante el Depor. El hombre de enlace, entre centro del campo y ataque, capaz de combinar fácil y filtrar pases distintos ya no está. Orellana ilusionó por su sociedad con Luís Nani, pero la asociación con el portugués no ha podido repetirse, por la lesión del portugués y por su decaimiento.

Superado por Soler...y Mina

La semana pasada, el Celta le ofreció el contexto perfecto para reivindicarse ante Eduardo Berizzo, el entrenador que terminó con su ciclo en Vigo, y ante su ex equipo... pero no se produjo. La expulsión en Mendizorrotza marcó un punto de inflexión negativo. Aquel partido ante el Alavés fue terrible y terminó con una estupida doble amarilla. Luego no ha vuelto a ser el mismo: desborda menos, genera menos ocasiones y pasa menos. El posible fichajazo -tres millones- se está quedando en fichajillo.

Como centrocampista de ataque, Carlos Soler le ha adelantado por la derecha, por lo que hace con balón y por su acción sin balón. Carlos ha demostrado que es capaz de trabajar y ocupar los espacios libres cuando el adversario ataca, así ha aparecido por banda izquierda y derecha. Ante el Granada, Soler liberó a Mina. Ante el Celta, cubrió -precisamente- a Orellana. Carlos tiene más ritmo, más potencia y más velocidad. Fabián no marca la pauta como mediapunta y le falta despliegue para jugar en banda (izquierda o derecha), donde tiene un radio de acción muy corto. Santi Mina demostró en Granada, que partiendo desde fuera es un complemento ideal para Zaza: le dio un gol y marcó otro a pase de Soler. El puzle puede complicarse para Orellana con la rehabilitación de Nani -sobre todo- y Rodrigo. La posición jerárquica del chileno está en cuestión, tiene competencia y un marco complejo para recuperar su condición de titular. La situación reclama una respuesta.