Es lunes por la noche. No hay absolutamente nadie en las instalaciones de Paterna, ni siquiera quedan operarios trabajando en la Ciudad Deportiva a excepción de algunos miembros de seguridad. De pronto desde el puesto de vigilancia se observa un coche con los faros de xenón, una luz blanca y deslumbrante, que se aproxima en dirección a la valla, como si fuera a entrar. Por el vehículo, a simple vista, parece tratarse de un futbolista o un dirigente del club pero no son horas. O al menos, no es lo habitual... Demasiado tarde. La llegada del coche pone en alerta a la seguridad, que sale al paso tan pronto este alcanza la entrada... «Hola, soy Jaume, ábreme por favor, que vengo a entrenar».

El Gat acababa de volver a casa después de unos días de viaje y no podía esperar a la mañana siguiente para ejercitarse. Había estado tres días completamente parado y sentía que tenía que entrenar. Al portero de Almenara, que es el único futbolista de la plantilla que está acudiendo habitualmente a la Ciudad Deportiva -Mangala asistió un día- durante sus vacaciones, no le importa la hora si se trata de pelear por su sueño. Lo hace con el objetivo de preparar el tono físico de cara a la pretemporada, consciente de que ahí se comenzará a librar la batalla con otro guardameta -todavía por llegar- por convencer a Marcelino y al resto de su cuerpo técnicoMarcelino . Esta pasada temporada ha tenido que conformarse con jugar cuatro partidos en Copa del Rey y tres en el último tramo de la Liga, unas cifras de participación que están muy por debajo de las del curso anterior, cuando irrumpió con un nivel altísimo que le sirvió para obtener el premio de mejor portero de la primera mitad de campeonato, un reconocimiento de la Liga.

Jaume entrenó durante alrededor de una hora en el gimnasio y al acabar, en plena noche, se subió al coche para poner rumbo de vuelta a Almenara. Era su particular regreso a la rutina, una rutina que no pierde de vista, que no conoce más descansos que los necesarios y que seguramente irá incrementando de forma progresiva a medida que vaya apróximandose el 3 de julio, la fecha prevista para la vuelta de los jugadores al trabajo bajo las órdenes de Marcelino. En Paterna todos conocen su implicación y su nivel de autoexigencia pero la escena del lunes por la noche no dejó de sorprender a las personas que se encontraban en el interior de las instalaciones. «Este es una bestia», comenta un testigo. Y es que cualquier hora es buena cuando uno pelea por conquistar el sueño de su vida.