Así de claro y así de duro para el aficionado valencianista. Pero cierto. Fue después del verano de 2015, o mejor dicho, entre el verano de 2015 y el invierno. Todo arrancó cuando a finales de junio de ese mismo año Peter Lim decidió prescindir de Rufete y Ayala por expreso deseo de Nuno Espirito Santo. Basta con echar la vista atrás y recordar cuando meses antes, concretamente el 17 de enero tras ganar al Almería 3-2 en el último partido de la primera vuelta de aquella temporada, el entrenador portugués dijo esto en sala de prensa: «Tenemos que trabajar mucho y tenemos que tomar decisiones para la segunda vuelta importantes en la estructura del club».

Aquella fue la primera vez que Nuno enseñó los dientes y sus verdaderas intenciones. Se sabía el favorito del dueño y tal vez prefirió esperar a que llegara el verano para dar el golpe definitivo a la estructura del club y hacerse con el poder. Esperó a que no hubiera competición para no desestabilizar al club y por lo tanto al equipo y dio el golpe definitivo. Tras la primera reunión entre Nuno y Rufete, con Salvo presente, estalló todo porque al poco de terminar el encuentro el entrenador llamó al dueño y le dijo «no puedo seguir trabajando con Rufete, él y su equipo, tienen que salir». Y dicho y hecho, el propietario le hizo caso al entrenador y aquello terminó provocando también la salida de Amadeo Salvo con el fichaje frustrado de Rodrigo Caio de por medio como ariete que abrió las puertas de la tormenta. Nuno acumuló todo el poder y con él hizo una plantilla cara y de capacidad dudosa que todavía hipoteca y mediatiza para mal la planificación deportiva del club.

El portugués ejercía de entrenador y director deportivo, pero como dijo Mario Kempes en esas fechas, «no puede sacar y rematar el córner él solo». Aquello suponía que en la práctica, el Valencia no tenía director deportivo ni secretaría técnica que acumulara informes de futbolistas porque el propio Lim quiso que fuese así, ya que en agosto el portugués pidió el cargo de manager del Valencia, pero sus deseos no fueron concedidos. Pasó el tiempo, llegaron los malos resultados y el ambiente se volvió insoportable para Nuno hasta el punto que se fue a la calle como consecuencia de la gran ley del fútbol: mandan los resultados.

Con su destitución y la llegada de Gary Neville al banquillo valencianista a principios de diciembre de 2015 el Valencia CF comenzó a sopesar la posibilidad de contratar un director deportivo con pedigrí valencianista porque con las salidas de Salvo, Rufete y Ayala los problemas de inadaptación del Meriton comenzaban a ser mas que evidentes. Y fue precisamente en ese contexto cuando alguien le sugirió a Peter Lim el nombre de Mijatovic. Es más, la idea de Lim era que con Mijatovic desembarcara en Valencia Carlos Bucero, actual representante de futbolistas y mano derecha de Mendes en el fútbol español -es por ejemplo el agente de Lopetegui y de Rafa Mir-. ¿Y porqué Bucero? Porque Bucero fue la mano derecha de Pedja mientras fue director deportivo del Real Madrid.

Afortunadamente, o no porque eso nunca se sabe, alguien avisó a Lim de que Mijatovic, desde que dejó el Valencia para ir al Real Madrid, es algo así como el enemigo público número uno del valencianismo y que lejos de solucionar el problema de inadaptación de Meriton, al contrario, lo multiplicaría por mil. De hecho, solo pensar en Mijatovic como opción, demuestra hasta qué punto era grave el problema de inadaptación. Finalmente el elegido fue García Pitarch, por elección de Damià Vidagany, que se lo recomendó a Layhoon. Pitarch terminaba con el problema de inadaptación pero no pudo con la herencia de Nuno, la impertinente ingerencia de Layhoon y las órdenes de Lim.