Cómo van sus primeras horas como valencianista?

Muy bien. Estoy muy contento de llegar a un club tan especial, en el que han militado tan grandes jugadores. El impacto con los nuevos compañeros y con el staff técnico está siendo muy positivo.

¿Ha tenido ocasión de hablar con Marcelino?

Todavía no. Desde que llegué apenas estuve 12 horas en València. Nos hemos saludado, intercambiado cuatro palabras. Lo normal. En realidad los jugadores tampoco necesitan hablar tanto con los técnicos. Lo que tenemos que hacer es trabajar, jugar. Es el campo el que habla por el jugador, el césped es el que habla de los futbolistas al entrenador. Es lo más importante.

¿Por qué eligió al Valencia?

Lo elegí porque es un club con tradición. Eso se aprecia desde fuera. Tiene una afición increíble. Cada vez que he tenido ocasión de ver un partido del Valencia por televisión siempre me decía lo mismo: qué estadio más lindo, qué presión siente el rival. No me lo pensé cuando surgió el interés. También por el momento en el que estaba en mi carrera. Era la ocasión de cambiar, de sentirme protagonista en otro club importante, de demostrar de nuevo mis cualidades. Se ha conectado todo para venir.

Usted quiere recuperar protagonismo y el Valencia prestigio.

Poder llevar al Valencia CF al sitio en el que merece estar es un aliciente lindo. El fútbol es una cosa muy dinámica. Te puede pasar que tengas años malos, pero los equipos grandes, tradicionales, siempre vuelven.

En la Fiorentina usted ya estuvo en un equipo que busca ser la alternativa a los favoritos de siempre ¿Siente esa misma sensación?

Florencia, como València, es una ciudad importante, con mucha historia, y con un club de fútbol con mucho escudo. Necesito tiempo para compararlas. Puedo decir que el Valencia es un club gigante. Si no lo fuese yo no habría sentido la energía de tener que venir acá.

¿Cuál es su estilo futbolístico?

Me gusta transmitir mucha seguridad. A mis compañeros, a mis aficionados. Necesito que sientan que hay un portero que les protege. Que les habla, que les ayuda, que les posiciona. Eso es lo principal. Como características técnicas, puedo decir que soy un portero rápido, que soy un portero técnico. Pero solo es mi opinión. Vale lo mismo que la de cualquier otra persona.

¿Qué ídolos ha tenido?

Tengo el primer recuerdo de Taffarel en el Mundial del 94, de Dida, pero soy portero porque mi papá era portero. Él fue mi ídolo. De pequeño lo veía jugar y sentía que sería algún día como él. Quería vestir su ropa, ponerme sus guantes, estar en el campo. Fue una figura fundamental para que yo sea portero.

¿Qué carrera hizo su padre?

No salió nunca de Brasil pero fue profesional. Estuvo en equipos pequeñitos pero llegó a jugar en el Botafogo, de Río de Janeiro. Era un orgullo ver jugar a mi padre, ante tanta gente. Quería ser como él.

¿No es raro querer ser portero en el país de Pelé y Romario?

(Risas). Hemos producido mucho arte en la historia del fútbol. Pero no había malos porteros, lo que pasa es que no se ha hablado tanto de ellos. Desde hace unos quince años, los porteros brasileños hemos venido con mucha fuerza a Europa. Hemos venido a equipos importantes y ganado títulos. Hemos cambiado el tópico.

¿Ya no persiste el estigma de Barbosa y el Maracanazo?

Ha pasado mucho tiempo de aquello. No me permito ni hablar de cómo era aquel ambiente porque lo desconozco. Al final todo depende de la energía que transmitas en el campo.

¿En qué ambiente creció?

Soy del sur, vengo de un pueblo muy pequeñito de la provincia de Santa Caterina. No es una zona famosa, se establecieron en su día colonias de emigrantes españoles, italianos, alemanes... Es un lugar muy tranquilo, no es un núcleo urbano grande y conocido como Río de Janeiro o Sao Paulo. Se vive muy bien.

¿Cómo fue volver a Florencia tras marcharse a la odiada Juve?

No fue fácil. En Florencia sienten como una traición que te marches a la Juventus. Hay una gran rivalidad, sobre todo de parte de la Fiorentina. Lo asumí y me fui porque sentí que lo mejor era irme a la Juve. Del mismo modo que ahora he hecho de todo para estar aquí.

¿Qué supuso estar al lado de un mito como Buffon?

Se aprende muchísimo. Está al máximo nivel desde hace veinte años, con la misma ilusión, con el mismo nivel. Tiene mucho carisma. Su carrera habla por sí solo. Es un placer haber convivido con él.

¿Cómo es que habla un castellano perfecto?

He coincidido con 12 ó 13 españoles y argentinos. Borja Valero, Gonzalo, Joaquín... (Risas) A Joaquín le costaba un poquito aprender italiano. Es una de las mejores personas que conocí en el fútbol. Lo llamé antes de venir aquí. Es alguien muy especial. Yo era el único brasileño, pero somos pueblos, el latinoamericano y el español, con muchas peculiaridades culturales comunes. Es el mismo estilo de vida. Me integré en su grupo y puse interés por aprender. Me ayudaron, me corrigieron. A veces pienso que todo tiene un motivo en esta vida y aprender castellano me dejó preparado para fichar por el Valencia.