Los jugadores del Valencia están experimentando una nueva realidad a las órdenes de Marcelino. Un panorama que contrasta vibrantemente con el que conocían hasta su llegada al banquillo de Mestalla. El asturiano no lo esconde, no negocia cuando se trata de implantar un régimen de máxima exigencia y eso implica no solo el entrenamiento sino también la comida y todos los hábitos que componen la rutina de sus futbolistas. Un atleta es un atleta las veinticuatro horas del día y esa es una máxima que está marcando a fuego en sus jugadores en sus primeras semanas de pretemporada. Lo demostró hace unos días. Después de una semana de estadía en Evian-les-Bains, lejos de conceder un respiro a la plantilla los mandó a entrenar prácticamente nada más bajar del avión. El equipo descansó domingo y el lunes vuelta a la dinámica. Aun estando de vuelta en València, a los jugadores les esperaba una nueva estadía. Otra concentración. Y es que la plantilla pasa más horas que nunca en la Ciudad Deportiva. Así es el ´Hotel Marcelino´.

La dinámica es la siguiente. Los jugadores están citados a primerísima hora de la mañana -alrededor de las ocho y media- en las instalaciones de Paterna y allí desayunan. Comienza la jornada. En torno a las nueve y media los futbolistas comienzan a entrenar. Es la primera sesión del día. Al acabar, después de llevar a cabo un largo y exigente entrenamiento en el cuerpo técnico prepara al equipo desde el punto de vista físico y táctico para el inicio de la competición, la plantilla cumple con las rutinas de recuperación posteriores al trabajo y sobre la una del mediodía come en el comedor de Paterna. Al terminar, el equipo se marcha al Hotel Posadas, ubicado a muy pocos metros de la Ciudad Deportiva, y allí los jugadores descansan hasta la hora de la merienda, las cuatro de la tarde. Una hora después toca cumplir con el gimnasio para potenciar el físico y a las siete de la tarde el equipo vuelve a salir al césped para realizar el segundo entrenamiento de la jornada. Pero la cosa no acaba ahí. Una vez finalizado el segundo entrenamiento la plantilla vuelve al comedor de la Ciudad Deportiva y cena a partir de las nueve de la noche.Objetivo, máximo rendimiento

En total son más de doce horas ´encerrados´ en el cuartel general de Paterna, donde el cuerpo técnico controla al detalle el trabajo y la alimentación de los jugadores. Todo lo que entra por la boca de los futbolistas del Valencia está medido y regulado por los especialistas del equipo que comanda Marcelino. Pese a que tan solo llevan dos semanas a sus órdenes, hay voces que aseguran que han perdido peso con respecto a la vuelta de las vacaciones y que los resultados son visibles, especialmente en la cara. El asturiano quiere exprimir al máximo el rendimiento de los jugadores. Quiere afilarlos. Los quiere físicamente finos, como avispas, ese ha sido uno de los signos de identidad de su gestión en todos los equipos, sin ir más lejos en su etapa al frente del Villarreal. Eso comporta llevar a cabo un sacrificio -pasan más horas en Paterna que con sus familias- por parte de los jugadores pero lejos de valorar de forma negativa esta nueva realidad en la plantilla aseguran que este nuevo régimen de disciplina les va a ayudar a rendir más y mejor después de dos temporadas en las que el equipo no ha estado a la altura de las expectativas marcardas al inicio del campeonato.