Enérgico, activo y con tanta intensidad como reclama de sus futbolistas. Marcelino García Toral en estado puro. Mediante la fórmula del contagio el entrenador del Valencia CF ha despertado el apetito dormido en buena parte de la plantilla. Él es el primero en dar ejemplo. Ayer el asturiano no paró dar indicaciones, motivar y reclamar tensión a cada uno de los jugadores en la sesión vespertina que el equipo realizó ya en la Ciudad Deportiva de Paterna.

A las dos de la tarde la expedición aterrizó en el aeropuerto de Manises después de una semana cargada de trabajo en la concentración de Évian-les-Bains. Días en los que las triples sesiones marcaron la rutina de un grupo que ofreció los frutos de una buena labor en los amistosos frente al Lausanne y, especialmente, el Sporting de Portugal. Pese a que el equipo acumuló ayer 13 días sin apenas un respiro, más allá de una tarde libre, Marcelino se lo llevó del aeropuerto directo a la Ciudad Deportiva. Los 23 jugadores almorzaron juntos con el cuerpo técnico en el comedor de las instalaciones antes de descansar en las habitaciones y salir a uno de los campos a entrenarse por última vez esta semanas a las siete de la tarde.

Desde el pasado 3 de julio, cuando se iniciaron las pruebas médicas,. Este domingo 16 de julio será el primer día completo de descanso desde que Marcelino y los suyos asumieran las riendas técnicas. Un contexto que a cualquiera invitaba a pensar en que el sábado antes de marcharse para casa el equipo vivirá una sesión regenerativa, algo más suave y relajada. Nada más lejos de la realidad bajo la batuta de Marcelino. Incluso, en este tipo de entrenamientos la exigencia es mucho más marcada que en muchas de las sesiones de las últimas dos temporadas.

El entrenador asturiano estuvo 'on fire', reclamando en cada momento, en cada ejercicio, que los suyos no bajaran los brazos. Recordando en acciones defensivas la necesidad de meter siempre el pie con intensidad. «¡Vamos, vamos al balón!», «¡va, va, va... no pares!», decía. O animando a los delanteros a ser efectivos y certeros en cada remate a portería. «¡Hay que hacer gol!». El asturiano es puro nervio.