Primero siempre está el club, pero las personas juegan un papel determinante en los ciclos. El Werder Werderes el mejor ejemplo. Poco o nada queda de aquel ecosistema de éxito que llegó a discutir al Bayern y al resto de gigantes de Alemania con Klaus Allofs como director deportivo y Thomas Schaaf como entrenador. La marcha de ejecutivo al Wolfsburgo (que terminó su relación con la Volkswagen en diciembre de 2016) explica buena parte de los sucedido a continuación. Cinco meses después, el 15 de mayo de 2013, el club decidió bajar el telón del ‘Schaafismo’ tras 14 años de trayectoria común en la que se conquistaron Bundesliga y Copa en 2003/04 y otras dos copas, además de la final de Europa League 2009.

El modelo daba la sensación de estar totalmente agotado y llevaba tres temporadas en fase de rearme, pero en plena transición, la salida de los dos referentes produjo un salto hacia atrás que ha instalado al equipo en la mediocridad. Menos oportunidades sin Europa, menos fuerza económica sin la Champions, peor olfato para los futbolistas y mala selección de entrenadores: Robin Dutt, Viktor Skripnik... La cadena de errores es recurrente.

El Werder todavía está buscando la manera de terminar con la travesía por el desierto. El objetivo es estabilizarse y crecer paso a paso. El curso pasado rozó la clasificación para la Europa League después de una segunda vuelta con volumen de puntos Champions... hasta las tres últimas jornadas en las que la cabra tiró al monte contra el Colonia (3-4), Hoffenheim (3-5) y Borussia Dortmund (3-4). La llegada de Alexander Nouri (que dirigía al filial), después de las tres primeras jornadas de la pasada Bundesliga y el cambio en la dirección deportiva, con la salida de Thomas Eichin y la llegada de Frank Baumann -capitán y pivote del Werder de Schaaf y Allofs-, ha ofrecido brotes verdes.

Austeridad y equilibrio

Lejos de la inversión de otros clubes de la Bundesliga, la austeridad marca el paso y es el mejor termómetro sobre las aspiraciones del proyecto. Cero experimentos. Nouri y Baumann buscan equilibrio y estabilidad sobre el campo. Hay cinco pilares. Uno, tipos maduros como Max Kruse (líder fundamental la temporada pasada, 15 goles y siete asistencias), Zlatko Junuzovic, Fin Bartels o Theodor Gebre Selassie han de mantener un rendimiento constante. Dos, futbolistas con gran proyección como Thomas Delaney o Robert Bauer tienen que explotar definitivamente. Tres, Milos Veljkovic o Florian Kainz deben dar un paso al frente. Cuatro, la energía de jóvenes como Maximilian Eggestein y Ousman Manneh. Y cinco, los cuatro fichajes del verano deben aportar un salto de calidad. Jiri Pavlenka (campeón checo con el Slavia) refuerza la portería, Jérôme Gondorf multiplica las soluciones en la medular (mejor jugador del Darmstadt de Torsten Frings), el delantero chino Zhang no puede quedarse en elemento exótico y Ludwig Augustinsson (inversión estrella con 4,5 millones) es la apuesta para potenciar el carril izquierdo en las dos direcciones.

En el capítulo de bajas, la más significativa es Serge Gnabry, el joven atacante que se acogió a la cláusula de rescisión para pasar al Bayern...aunque jugará cedido en el Hoffenheim. El adiós de dos iconos como Clemens Fritz y Claudio Pizarro cerró una etapa de forma definitiva. Otros activos como Florian Grillitsch y Santiago García han preferido otros proyectos.

Özil, Frings y Marin, ‘KO’

La última vez que Valencia y Werder compitieron en partido oficial firmaron el partido más loco -hasta entonces- en la trayectoria de Unai Emery. Fue un 4-4 en los octavos de final-vuelta de la Europa League 2009/10. En el Weser-Stadion, tres goles de David Villa y uno de Juan Mata neutralizaron los tantos de Hugo Almeida, Pizarro, Frings y Marko Marin. Mertesacker, Borowski o Mesut Özil jugaban para los alemanes. Joaquín, Silva, Marchena, Baraja o Jordi Alba estaban en el Valencia. Otros tiempos...