Marcelino García Toral medía este lunes las porterías de la ciudad deportiva en medio del entrenamiento. Al Valencia se le están quedando pequeñas en este arranque de temporada. Los 7,32 metros de longitud por los 2,44 de altura que exige el reglamento parecen menos en estas primeras cuatro jornadas de liga. Es el único lunar de un equipo que, como prometió el entrenador en verano, se está construyendo desde atrás hacia adelante. El técnico ha recuperado una estabilidad defensiva que no existía en los últimos años y que permite al equipo volver a ser competitivo. La prioridad era frenar como fuera la sangría de goles en contra y Marcelino lo ha conseguido en este primer mes de competición. Solo ha encajado tres en cuatro jornadas. Un promedio por debajo de un gol por partido que todavía tiene más valor teniendo en cuenta que el Real Madrid y el Atlético de Madrid estuvieron delante. El problema es que para ganar hacen falta goles.

Marcelino se desvive día a día en Paterna para engrasar sus piezas ofensivas y encontrar ese ansiado equilibrio entre defensa y ataque. El técnico está satisfecho con la producción ofensiva del equipo. Desde dentro existe el convencimiento de que se continuarán generando cada vez más ocasiones a medida que se asimilen los automatismos, pero también de la necesidad de empezar a definir todas esas jugadas en los metros finales. Es la única forma de sumar de tres en tres. La única manera de ganar. Hoy más que nunca el Valencia necesita que la portería no se le haga pequeña.

Marcelino está satisfecho con el nivel competitivo en este arranque de liga, pero no esconde que le gustaría llevar alguna victoria más. No perder ya no basta. Ahora toca ganar. El escenario es perfecto. En Mestalla, con el empuje de la afición y contra un rival en crisis de resultados como el Málaga que todavía no ha sido capaz de puntuar en las cuatro primeras jornadas. El Valencia, por su parte, necesita hacer buenos los tres empates consecutivos contra el Madrid, Atlético y Levante y ganar su segundo partido de la temporada. Muy lejos queda aquel triunfo de la primera jornada contra Las Palmas del 19 de agosto. Hoy justo se cumple un mes.

Escenario y rival perfectos

No es una primera final, pero casi. El vestuario lo sabe y el mensaje del capitán, Dani Parejo, va en ese sentido. El Valencia no puede parar. El de Coslada avisó ayer de la necesidad de ganar a los de Míchel después de sumar tres puntos de los últimos nueve. «En el Derbi no logramos los tres puntos, pero no hay tiempo para detenerse... ¡el martes volvemos a Mestalla!».

El Valencia mira de reojo la clasificación. Los tres últimos empates, a pesar de su valor, penalizan demasiado en la tabla. El principal problema es que los rivales directos por los puestos de Europa ya se encuentran por delante. Están el Barcelona, Madrid y Atlético como más o menos entraba en los planes, pero también el Sevilla, Villarreal, Athletic y Real. Una victoria permitiría al equipo auparse a los puestos altos de la tabla con un total más que notable de 9 puntos sobre 15. Un resultado adverso dejaría al Valencia a mitad de clasificación. Pero eso es algo que no pasa por la cabeza de nadie. El vestuario tiene muchas ganas de hacer un partido redondo y no hay mejor momento que ante el Málaga. Y es que, por el horizonte asoma la visita a Anoeta del domingo. Marcelino cuenta con todos sus efectivos. Se caen los de siempre de la lista de 18: los lesionados Nacho Gil y Vezo, Rober sin alta competitiva y Orellana por decisión técnica. El técnico ha anunciado rotaciones. Quiere al equipo al cien por cien. Lo necesita. La única forma de crecer es ganando. Y para ganar hay que marcar goles. La portería no se puede hacer pequeña. Esta noche no.