Simone Zaza ha hecho examen de conciencia después de lo ocurrido el sábado en el Ciutat de València. El delantero, al que no le sentó nada bien la suplencia ante el Levante y escenificó de forma elocuente su descontento mediante un serial de muecas que se adentran en el terreno de la polémica, volvió a encontrarse cara a cara con Marcelino en la mañana del domingo en las instalaciones de Paterna. Lejos de prolongar la tensión del pulso que lanzó al entrenador, todos los gestos del futbolista durante la mañana fueron encaminados hacia un objetivo claro: cerrar cuanto antes el caso y pasar página de forma definitiva. El italiano, en una mañana en la que acaparó todas las miradas, anudó todos sus movimientos en torno a la normalidad. Lideró las series físicas de la primera parte de la sesión, participó en los ejercicios de ataque y defensa y una vez finalizado el entrenamiento quiso demostrar su predisposición al cuerpo técnico quedándose a trabajar el remate de forma específica ante la mirada de Marcelino. Lo hizo voluntariamente junto a Fabián Orellana -futbolista que no ha jugado un solo minuto todavía y aprieta con la intención de darle la vuelta a la situación para probar que puede ser útil- y durante algo más de un cuarto de hora mientras algunos de sus compañeros abandonaban ya el cuartel general de Paterna.

El italiano ha entendido que ha fallado: ha equivocado comportamientos porque le han perdido sus ganas de jugar. No hay más. En el Valencia los intereses individuales están a la cola de los colectivos, la raya está muy marcada con Marcelino y hay jugadores que por faltar a los principios básicos han sido descartados. En este caso todos entienden que su carácter le jugó una mala pasada y si la situación no vuelve a repetirse la cosa quedará tan solo en una anécdota. Su compromiso está fuera de toda duda. Zaza es un tipo de personalidad especial pero dentro del equipo no es un elemento sospechoso, ni mucho menos. Siempre ha sumado, más allá del desplante en el Derbi. En lugar de participar del calentamiento inicial junto al resto de sus compañeros el futbolista decidió marcharse a solas al vestuario, un gesto que no acaba de ser del todo apropiado, más allá de que el calentamiento es optativo para los suplentes en el Valencia. Se cruzó. Después, durante el transcurso de la segunda parte, mientras realizaba los ejercicios de calentamiento para saltar al césped, el jugador intercambió algunas palabras con Marcelino cuando este le reclamó algo más de intensidad. La escena pasó muy desapercibida y al término de los noventa minutos tuvo que ir corriendo para sacarlo del túnel de vestuarios para que saludara a la afición cuando este se desentendía de todo lo que sucedía a su alrededor. Finalmente, en rueda de prensa, el míster le dejó un recadito públicamente: «tengo clarísimo que viendo cómo ha actuado Santi Mina y cómo ha actuado Zaza, estoy convencido de que he acertado».

Las palabras de su novia

Cuando las aguas volvían a su cauce irrumpió en la escena Chiara Biasi, modelo y novia del futbolista italiano, que abría un nuevo capítulo de esta historia con un enigmático mensaje vertido en redes sociales que parece ir dirigido claramente a Marcelino. «Si quieres gente de carácter, debes saber gestionarla y aceptar que no podrás manejarla. Pero sobre todo recordar que las pelotas que tiene, las tiene siempre. No lo metas en el cajón sin motivos. Arréglalo. (O quédate con quien lleve incorporado un manual de instrucciones)», escribió Chiara en su perfil de Instagram. Aunque la modelo no cita en ningún momento al técnico asturiano, sus palabras están llenas de intencionalidad y pueden inerpretarse como una crítica velada a Marcelino.

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Chiara Biasi, la bella novia de Zaza