Después de 45 intensos minutos en el gimnasio, el Valencia CF continuó este miércoles exprimiéndose sobre la hierba durante una hora extra. El domingo Marcelino García Toral no quedó satisfecho con el juego de su equipo, al que el Athletic puso en aprietos. Las estadísticas globales del inicio de Liga desnudan la naturaleza de un Valencia de ataque directo, veloz y certero mediante pocas combinaciones con la pelota. Pero en la segunda mitad de esa última jornada el tranquilo 2-0 y el empuje de los ‘leones’ hicieron que los de Marcelino perdieran el control. La victoria estuvo en riesgo y esta semana hay defectos que pulir. El cuerpo técnico preparó una sesión dirigida a perfeccionar la precisión en los pases. "Venga, a tenerla". Fue el mensaje.

El trabajo táctico comenzó con un interesante ejercicio en el que los futbolistas cubrían las dimensiones reducidas de un cuadrado marcado con cintas en el césped. Dos equipos debían presionarse y competir por la posesión al primer o segundo toque con la ayuda de un tercer grupo posicionado en los límites del pequeño campo y de un jugador con peto morado: Dani Parejo. La pelota se movía a gran velocidad. El característico juego vertical del Valencia provoca que no sea uno de los equipos que más pases suman por partido, ni tampoco de los que más toques acumulan en la zona ofensiva de tres cuartos. Sin embargo, los blanquinegros sí cumplen con otros requisitos que encajan en el manual de Marcelino.

El capitán valencianista es el principal encargado de lanzar el juego del equipo y de hacerlo con la dificultad que conlleva combinar precisión y rapidez. Hace un año por estas fechas el Valencia era ya una sangría de goles en contra, algo motivado en buena medida por el hecho de ser el conjunto con más balones perdidos. De la mano del entrenador asturiano el cambio ha sido radical. Hoy es el segundo equipo de LaLiga que menos pérdidas -controles erróneos y robos sufridos- comete tras el Espanyol.

Los valencianistas han hecho de la velocidad y potencia de jugadores como Kondogbia, Guedes y Rodrigo un arma letal en la ofensiva. La capacidad atlética de estos futbolistas, ideales para el plan táctico de Marcelino, ayuda a plantarse en la portería rival sin ornamentos ni excesivos toques de balón. Una virtud potenciada con la claridad de acción y movimientos que ha ofrecido el técnico al equipo y con la calidad en el toque y el desplazamiento de balón. De ahí la importancia que Marcelino da a la precisión con la pelota y a la necesidad de limitar las pérdidas.

A pesar de la velocidad a la que ataca, el Valencia se comporta como un equipo preciso con el esférico. No necesita dominar la posesión -47% es su media-. No es una cuestión de tiempo con la pelota, sino de acierto con ella. Pese a algún como el de la segunda parte frente al Athletic, el conjunto blanquinegro ha rendido de un modo notable en este aspecto. La fiabilidad en el pase asciende al 80,5% y, salvo el Real Madrid, tiene por delante a equipos que generan juego de un modo más pausado: Barça, Real Sociedad, Betis o Las Palmas.

La eficacia en los pases del Valencia se pone de manifiesto al ver a los de Marcelino como el segundo bloque de la competición con más asistencias de remate en su haber, en especial, gracias a este tipo de pases en corto. Además, con un sensacional Carlos Soler entre líneas, el equipo de Mestalla explota al máximo las asistencias al espacio. Velocidad, potencia y control... El estilo Marcelino en estado puro.