«Se jubiló en 2013 con 65 años y aquello fue el principio del fin para él. Lo presentíamos porque el Valencia era su vida. Llegaba el primero a Paterna y se iba el último. Amaba a su trabajo. Sentía pasión por el club». Así recuerdan en el Valencia a Manuel Cuenca De la Encarnación. Manolo Cuenca para todos. Un carismático utillero que dedicó su vida al Valencia desde los años ochenta. El 8 de agosto falleció en una pensión de la Calle Yecla en la absoluta soledad. Sin familia ni seguro de vida. Sin nada ni nadie que se hiciera cargo de su cadáver. Dos meses después, ha sido enterrado en el Cementerio Municipal. Allí descansa en paz desde el lunes gracias al Valencia. El club se ha hecho cargo económicamente del funeral tras una iniciativa de los empleados. Una recolecta en la que han participado hasta los canteranos del primer equipo. Gayà, Jaume, Soler, Lato, Nacho Gil, Nacho Vidal y Róber. Los ´niños´ que crecieron con él. Un gesto humano del club conmovedor para rendir un último homenaje a uno de los suyos.

Manolo falleció el 8 de agosto a los 69 años de edad por culpa de una insuficiencia respiratoria. Sus últimos días los pasó pegado a una botella de oxígeno. El tabaco le pasó factura. Murió solo. Sin ningún familiar y sin seguro de vida. Después de la jubilación se le hizo muy cuesta arriba pagar todos los recibos. Nadie se hizo cargo del cuerpo. Nadie lo reclamó. Un juez levantó su cadáver y autorizó su traslado a una cámara de la funeraria a la espera de que se tomara una decisión judicial. Sus viejos amigos del Valencia, mientras tanto, eran ajenos a lo que había pasado. Un correo electrónico anónimo a Superdeporte informando de su muerte fue el detonante de todo. La noticia fue publicada al día siguiente. Era el 26 de septiembre. El Valencia se enteraba así de su fallecimiento casi dos meses después. Fue entonces cuando el club comenzó a movilizarse. «Lo buscamos para saber donde está enterrado y por lo menos le llevamos una corona de flores». Vicent Cuxart y Juanvi Muñoz llegaron a personarse en los nichos de beneficencia. No aparecía. Después de días y días de búsqueda dieron con él. Se trataba de un cadáver judicial y estaba en una cámara a la espera de la orden judicial para enterrarlo. Allí estaba desde verano.

El ´shock´ fue tan grande que el Valencia decidió tomar cartas en el asunto. «Lo enterraremos nosotros», se decidió. El club se hizo cargo del coste del funeral, adelantó casi 3.000 euros para sufragar los gastos y los propios trabajadores iniciaron una recolecta de dinero interna en la que han llegado a participar Vicente Rodríguez, Miguel Ángel Angulo, así como los canteranos del primer equipo o el filial que más tiempo llevan en la entidad. Este lunes tuvo lugar el sepelio. Había 16 personas despidiéndole. 16 trabajadores del club y una corona de flores. Un honor para Manolo. Un digno adiós para una persona cuya vida fue el Valencia.

Porque empezó siendo un fiel seguidor del Mestalla. Viajaba con su ´Mobylette´ por la Comunitat con su madre. Un peligro del que pronto se percató la directiva. «Vente con nosotros en el autobús», le dijeron. Manolo aceptó. Se hizo tanto de querer que le dieron trabajo en el club. «Era el chico para todo». Hacía tareas de utillero y de mantenimiento. «Hinchaba balones, limpiaba botas y se quedaba hasta el último entrenamiento para recoger los balones. ¡Le daba mucha rabia perderlos!». Manolo, siempre respetuoso, llamaba «señor» a todos. A los canteranos les apretaba la mano fuerte cada vez que les saludaba. «Era su broma favorita». Tenía el cariño de todos. También de las estrellas del primer equipo. Carboni, por ejemplo, le compró una moto. La colecta sigue abierta. Falta la lápida. Ahora más que nunca: «Manuel Cuenca, descanse en paz». El Valencia ni te olvidó ni te olvida.