El Valencia Mestalla se desmelenó en el primer partido bajo las órdenes de Miguel Grau, técnico interino tras el despido de Lubo Penev. El filial valencianista jugaría un partido en el que fue de menos a más para acabar haciendo una segunda parte realmente brillante. El juego fue vistoso y los tres delanteros marcaron gol para demostrar la gran pegada que tienen. Se dejó, por fin, la portería a cero y se produjo un hecho muy emotivo, la vuelta de Salva Ruiz a un partido oficial para capitanear al equipo en su victoria por 3 a 0, dando un importante salto en la clasificación.

La primera mitad arrancaría con un valiente Valencia Mestalla dispuesto a llevar la posesión del esférico desde el primer minuto. Los cambios en el once eran propicios para ello, ya que Miguel Grau daría entrada a Gonzalo Villar por Miki Muñoz y apostaría por Fran Villalba en la media punta. El equipo no rifaba ningún balón en fase de inicio y combinaba con velocidad entre líneas.

Los primeros 15 minutos serían muy dinámicos y el Mestalla trataba de sorprender con disparos desde el balcón del área, no obstante, no pondría en mayores complicaciones al meta catalán. Tras estos acercamientos, el juego entraría en una fase de embudo a partir de la línea de tres cuartos de campo, pero siempre con el conjunto blanquinegro como poseedor del esférico.

Pasada la media hora, el conjunto catalán se desperezaría y produciría dos ocasiones de gol consecutivas, una con un disparo lejano y la otra con un remate de cabeza en el corazón del área. Ambas tendrían, sin embargo, un denominador común: atajaba Cristian Rivero. Las dos paradas despertarían a un filial que afrontaría el tramo final del primer acto buscando la portería rival y contaría con una gran ocasión, Zotko lanzaba una falta de manera magistral y Diego Rivas haría una gran parada evitando que el balón se metiese por la escuadra. Se llegaba así al tiempo de descanso.

Saldría enérgico el Mestalla a la reanudación, pero el conjunto ilerdense no daría un paso atrás y avisaba con un disparo lejano nada más entrar al césped. El conjunto de Grau respondería minutos más tarde con la mejor ocasión hasta el momento, Rafa Mir disparaba con rosca a la escuadra tras una diagonal hacia dentro. El meta la desbarataba con una parada antológica para frustración del punta murciano.

Centelles cogería galones en la banda para dar profundidad al equipo y darle una marcha más en llegadas al área rival. Por su banda se producían los mejores acercamientos y él mismo estaría muy cerca de culminar una gran jugada personal, pero su disparo daría con el lateral de la red.

En el minuto 70 tendría lugar la jugada de la polémica, Ferran Torres encaraba totalmente solo el área visitante y recibiría una falta clarísima del defensa central del Lleida, que le evitaría alcanzar el mano a mano. No obstante, el colegiado le perdonaría la infracción y, de manera implícita, la expulsión, lo que hubiera supuesto la inferioridad numérica de los de Gerard Albadalejo.

La injusticia daría alas a los valenicanistas que se volcaban con más fuerza que nunca sobre la portería rival, y fruto de esta insistencia llegaría el primer tanto del partido, obra de Jordi Sánchez que remataba un gran envío lateral de Ferran Torres desde el flanco izquierdo. Centro de extremo puro para habilitar al catalán, en pleno estado de gracia.

Los de Migeul Grau se gustaban mucho sobre el verde y no cesaban en su intención de marcar más goles. Nuevamente Ferran Torres haría una jugada magistral desde el perfil derecho para poner otro gran centro que Rafa Mir esperaría con la caña preparada para aumentar la renta y elevar a 13 los goles en su cuenta particular. Tras el gol de Mir, el técnico valenciano daría entrada a Fran Navarro, o lo que es lo mismo, metería pura ambición en el campo. Y en la siguiente jugada, el delantero de Pinedo recuperaba un balón en el área sentenciar el partido con una gran definición. El Mestalla estaba totalmente desatado.

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Corría el minuto 85 y se iba a producir el momento más emotivo del partido -y seguramente de la temporada-, Salva Ruiz volvía a jugar un partido oficial tras pasar su calvario. Portaría el brazalete de capitán y sería recibido con una de las mayores ovaciones nunca brindadas por el Antonio Puchades.

Con el balón controlado se llegaba al final del partido. El Mestalla recuperaba la sonrisa, las buenas sensaciones, la pegada y lograba sellar su portería a cal y canto, dando una impresión de equipo compacto contra un equipo que le aventajaba en la tabla clasificatoria.