En las últimas horas la reflexión más repetida por los jugadores del Valencia CF cuando analizan en privado el encuentro del pasado domingo es algo así como que el Barça «se nos escapó vivo» de Mestalla. El equipo acabó el partidazo contra el líder y se marchó al vestuario con la firme convicción de que a última hora se le habían escapado dos puntos por la gatera. El empate, en un encuentro de tanta tensión y con ocasiones para ambos bandos, no deja de ser justo pero el botín todavía pudo ser mejor. La doble ocasión de Andreas Pereira y Zaza, que mandaron sus balones fuera en dos contragolpes sobre la bocina lanzados a velocidad de vértigo contra la portería de Ter Stegen, pudo ser el colofón a una noche de desenfreno en Mestalla, llena de energía, que sirvió para honrar la figura de Jaume Ortí -fallecido el pasado viernes- Jaume Ortí y para constatar una vez más el argumentario de un Valencia que no tiene límites. El equipo resistió en el primer tiempo a base de coraje y espíritu de supervivencia y dio un paso al frente después del descanso.

Aguantó cada una de las embestidas del rival y salió siempre con el cuchillo entre los dientes. El guion fue casi perfecto, a excepción del tramo final del partido, cuando la presión y el cansancio comenzaron a atenazar las fibras de los jugadores. Ahí se sitúa el único punto negro de la noche. Los jugadores son plenamente conscientes de que no debieron dejar pensar a Leo Messi Leo Messi-el argentino es letal cuando tiene espacios y esa precisamente fue una de las consignas más repetidas durante la semana por los técnicos-, pero a medida que pasaron los minutos comenzaron a acusar el cansancio y fue casi inevitable. Solo hay que echarle un vistazo el parte de guerra, el Valencia acabó al límite. Debieron asfixiarlo con la presión. El argentino, con espacios, fue diferencial. Hasta entonces el equipo se las arregló con una puesta en escena pegajosa para contenerlo.

Buen trabajo de contención

Apareció, pero no entre líneas, donde hace más daño. Desde Neto hasta los cuatro zagueros, el trabajo de contención fue positivo, mientras que el centro del campo tuvo altibajos. En cualquier caso, y más allá de la capacidad del ´10´ azulgrana -un factor casi impredecible- hay un aspecto que ha llamado la atención entre los jugadores del Valencia. Y es que en un partido de tanta intensidad y brega, con acciones similares por parte de ambos -con entradas, protestas y reiteraciones- no hubo nadie del Barça que viera una cartulina amarilla, por las cuatro que recibió el conjunto de Marcelino: Gabriel, Kondogbia. La plantilla acabó indignada con Iglesias Villanuevas pese al error de apreciación del árbitro en el gol que no subió al marcador.

El gallego, según denuncian lgunas de las voces autorizadas de la plantilla, dejó de señalar «dos penaltis claros». Ambos de Umtiti. Uno sobre Guedes en una internada por banda izquierda y otro sobre Kondogbia en una jugada a balón parado en la que hay un agarrón. Ayer, Sánchez Arminio, presidente de los árbitros, manifestaba en El Partidazo de Cope que Iglesias Villanueva «quitando la jugada del gol fantasma, hizo muy buen partido. El arbitraje fue perfecto, y después del fallo estuvo muy entero». En otro orden de cosas, Rubén Uría, segundo de Marcelino, lanzó el siguiente mensaje en referencia a la sanción de Marcelino: «Por culpa de un asistente o 4º árbitro, que quiso ser protagonista, no pudiste disfrutar del gran trabajo de los chicos, a pie de césped. Nunca más ese asiento vacío», publicó el ayudante en su cuenta de Instagram.