La UD Las Palmas tocó fondo en Montilivi el pasado fin de semana con un 6-0 que todavía duele en la isla. El club huele cada vez más a Segunda División. La planificación deportiva no ha podido ser peor desde que el club no llegó a un acuerdo para renovar a Quique Setién allá por el mes de marzo. Fue el principio del fin. El equipo se cayó. O mejor dicho, no ha dejado de caer. La apuesta de Manolo Márquez solo duró seis partidos. El catalán dimitió con solo 6 puntos en seis jornadas, solo dos por encima del descenso. A peor fueron las cosas con Pako Ayestaran. El vasco era destituido con una histórica y sonrojante racha de derrotas que hundieron al equipo en la clasificación. El interino Paquito Ortiz no fue la solución y la cuarta intentona de temporada se llamaba Paco Jémez. O la séptima si se tiene en cuenta los acuerdos cerrados que se cayeron a última hora por Roberto De Zerbi y Jorge Almirón. El drama de la UD es que tampoco Jémez ha sido el revulsivo. No hay milagro.

Y menos todavía calma. Jémez apaga el fuego con gasolina. Fuera del campo se ha enzarzado en un cruce de descalificativos públicos con Loïc RémyLoïc Rémy que no beneficia nada al equipo. Dentro del verde, su estilo de juego ha provocado un cortocircuito. Cuenta sus cuatro partidos por tres derrotas y solo un empate con un balance de 13 goles en contra y solo dos a favor. Recibió uno del Valencia en la ida de Copa, dos del Eibar, cuatro del Valencia en la vuelta y seis del Girona. «Quiero pedir disculpas a la afición por el partido. Los futbolistas están llorando en el vestuario. El equipo se quedó bloqueado y se desmoronó por completo porque no soporta situaciones como las que estamos viviendo». Así de angustiado estaba Paco Jémez al final de la humillante goleada del Girona . Se encontraba «jodido», sentía «vergüenza» y reconocía estar al frente de un equipo «desesperado». El dato es demoledor. Ningún equipo encajaba 46 goles en contra como Las Palmas en una primera vuelta desde el Castellón de la temporada 81/82.

La única forma de remontar el vuelo es ganar. De ahí la importancia que Jémez y toda su plantilla da al partido de esta noche. El técnico hace un llamamiento a la afición y pide «cambios» a su equipo. «Necesitamos que tengan un poco de fé, que estén con nosotros, dándole cariño a los jugadores. Les puedo hacer muchísimas promesas. Pero cuando prometes y no cumples, eres un mentiroso. Con ellos, todo será más sencillo. Salir en un escenario en el que, a pesar de no habérnoslo ganado, la afición está con nosotros nos daría una lección. Ha sido una semana dura. Después del partido del Girona tuvimos que bajar la cabeza y trabajar. Les veo con el orgullo muy herido y ganas de demostrar cambios». El técnico, eso sí, respeta y mucho el estado de forma del Valencia. «Será un partido competido, nos enfrentamos a uno de los mejores equipos de la Liga y el nivel que tenemos que tener es el que vimos en la ida de la Copa».