Hacer historia, disfrutar de una gran noche en Mestalla, conquistar un título, enganchar una lona más en la facha de Mestalla (Copa del Rey 2017/18), dejar huella en la memoria de los aficionados... La tormenta de ambiciones empuja en el coco de muchos futbolistas. La ilusión se siente, en todas las capas. El Valencia está a dos partidos de una final y el objetivo está marcado. Hace semanas que la plantilla asumió que está en un punto de no retorno. Van a darlo todo, van a competir y van a sufrir hasta que el cuerpo aguante durante los próximos trece días. Eliminar al FC Barcelona se presenta como un reto tremendo, pero superar el cruce no es imposible. El Espanyol y el Deportivo Alavés han demostrado en los últimos partidos que hay una grieta por explotar. El propio Valencia lo demostró en Mestalla, en el partido de Liga. Esa es la mejor referencia.

Los jugadores quieren y Marcelino también. Creer es poder. El míster asturiano ha demostrado de palabra y -más importante todavía- con hechos que tiene ganas de protagonizar algo grande. En sus últimas alineaciones ha priorizado la competición del KO. Desde el primer sorteo, fue práctico reclamando un poco de suerte con los posibles rivales. Nunca ha engañado a nadie. Hace ya tiempo que pronunció aquello de «estamos a cuatro partidos de una final»; ahora está a dos. Ha tocado el Barça, pero antes o después tenía que salir un adversario de magnitud mayor, pero no es catastrófica. Todo es posible.La mezcla perfecta

La última vez que el Valencia estuvo en una situación similar fue en 2014, cuando el grupo reactivado por Pizzi estuvo a unos minutos de clasificarse para la final de Europa League de Turín. Parejo y Gayà son los únicos supervivientes de aquella experiencia, pero los rescoldos de la noche de Basilea están presentes en la memoria de varios futbolistas más.

Mestalla es tremendo cuando se enciende. Marcelino y su cuerpo técnico también transmiten pasión. Esa es su gasolina. Hay reto. El duelo ante el grupo de Ernesto Valverde y Leo Messi también representa un desafío muy importante para el míster asturiano. Será su cuarta semifinal: dos en Copa y una en Europa League. Nunca ha roto la barrera. Marcelino piensa a lo grande... En realidad lo ha hecho siempre. El míster siempre ha sido consciente de la magnitud de la entidad y de su fuerza. Aquí tiene las condiciones para saldar esa cuenta pendiente, satisfacer su apetito y cumplir con uno de sus empeños: devolver al Valencia a la Champions, competir con los más grandes y ser campeón. Con el Racing levantó todo Santarder, pero se topó con el Getafe de Laudrup. Hizo historia. Con el Villarreal se derrumbó en Anfield, después de una Europa League en la que liquidó a Napoli y Leverkusen. En Copa, topó con el Barça que conquistó el Triplete. Esta semifinal también es una oportunidad para dar otro golpe de mando y tomar posición en la súper elite.