Muhammad Yunus pasó a ser conocido mundialmente con motivo de haber obtenido en 2006 el Premio Nobel de la Paz por desarrollar el Banco Grameen y los conceptos de microcrédito, créditos otorgados a emprendedores muy pobres para poder optar a ellos en un banco tradicional. La justificación para el Premio Nobel de la Paz vino dada «por sus esfuerzos para incentivar el desarrollo social y económico desde abajo», pues «la paz duradera no puede ser alcanzada a menos que grandes grupos de la población encuentren formas en las que puedan salir de la pobreza. A través de culturas y civilizaciones, Yunus y el Banco Grameen han demostrado que hasta los más pobres de entre los pobres pueden trabajar para su propio desarrollo».

El creador del llamado ‘banco de los pobres’, Muhammad Yunus, siempre pensó que erradicar la pobreza es una cuestión que «nos atañe a todos». Por esta razón, ideó un sistema para prestar pequeños créditos flexibles con bajas tasas de interés y sin aval -los microcréditos- a las personas que no pueden acceder a un préstamo tradicional por ser las más pobres. Para conseguirlo pensó en una forma de organización social para las aldeas de Bangladesh, a las que llamó Gram Sarker (gobierno rural). Con 27 dólares en el bolsillo ideó el microcrédito, concediendo un préstamo personal a 43 mujeres que querían iniciar trabajos artesanales. Como el dinero fue devuelto, se animó a ampliar el sistema y creó en 1983 el Banco Grameen pues «la pobreza es la negación de todos los derechos humanos fundamentales. No ha sido creada por los pobres, sino por un sistema que lo suscitó y le dio cabida. Si todos los bancos dieran las mismas facilidades a los pobres que al resto de las personas se erradicaría el problema de la pobreza». La primera ‘oficina’ de este banco revolucionario fue un cobertizo con tejado de chapa de zinc, una mesa, una silla, dos bancos, y sin luz ni teléfono. Dos estudiantes de Económicas ayudaron en 1976 al profesor Yunus a poner en marcha el proyecto. No fue fácil el hacerlo pues la discriminación contra las mujeres que existía en aquellos días, la ignorancia y la superstición eran terribles. Las mujeres tenían siete u ocho hijos, mientras los hombres tenían un montón de esposas y podían abandonar a la que quisieran con sólo decir «me divorcio de ti» tres veces. Las mujeres carecían de movilidad y no podían salir de casa, ni siquiera para visitar a sus madres, sin permiso del marido o de los suegros. «El marido podía pegar a la mujer por cualquier razón por lo que la opinión más frecuente era que si una mujer recibía habitualmente una paliza, acabaría yendo al cielo», decía.

El plan de Yunus consistía en prestar pequeñas cantidades de dinero a los pobres sin pedirles garantías; prestar el dinero basándose en un sistema de confianza que demostró que las mujeres eran más fiables que los hombres a la hora de devolver el dinero y que las cantidades pequeñas de dinero que pasaban por manos de las mujeres rendían muchos más beneficios para la familia.

Es por ello por lo que, siguiendo el ejemplo del Premio Nobel, en la Penya Valencianista per la Solidaritat nos pusimos en marcha para suscitar un programa de microcréditos que enfocamos hacia el desarrollo y potenciación de una actividad mercantil o profesión para personas en especial situación de desamparo. Queríamos apoyar las iniciativas comerciales de personas o grupos de personas con poca capacidad económica y empoderar a las mujeres y estimular comunidades enteras por su extensión ya que en muchas comunidades las mujeres carecen de un historial laboral estable que los prestamistas tradicionales tienden a requerir. Muchas son analfabetas y, por tanto, incapaces de completar el papeleo necesario para conseguir préstamos convencionales. Así, demostramos que de las grandes lecciones nosotros también aprendemos.

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