La llegada de Pablo Longoria como director del Área Técnica ha agitado un debate latente en el entorno. Ahora que se habla tanto de la estructura deportiva y se polemiza sobre la conveniencia del poder de Marcelino, es bueno recordar el origen de todos los triunfos logrados en estos ocho meses. Muchos, fuera del terreno de juego, pero relacionados con el circuito que después te permite ganar partidos. Hace un año, aquí mismo, el modelo era que no había modelo. La situación era absolutamente crítica a todos los niveles y Voro tuvo que entrar en acción para rescatar y normalizar el rumbo desde el compromiso y la lógica del fútbol. Dos condicionantes que faltaban antes del fichaje de Mateu Alemany y de su apuesta por Marcelino. Su llegada fija un punto de inflexión para el Valencia CF y para el Valencia CF de Meriton. Es bueno subrayarlo.

La suma de Mateu y Marcelino ha recuperado una línea de acción coherente y reconocible. Entre los dos han limpiado el vestuario (cuestión pendiente y no fácil), han lanzado el rendimiento de todos los futbolistas -cuando estaba hundido- y han concretado refuerzos de primer orden, con operaciones magníficas como la de Geoffrey Kondogbia. Ahora hay una base para crecer. El orden de las cosas está absolutamente claro: el Valencia tiene un director ejecutivo fuerte y un entrenador fuerte también.

Gustará más o menos, pero hay una idea de club y el paso es fundamental. El equipo vuelve a tener personalidad y una forma de competir reconocible, con un plus esencial: encaja culturalmente con lo que una mayoría identifica con la marca histórica del Valencia CF. En el vacío, Mateu Alemany y -sobre todo- Marcelino han encontrado el contexto perfecto para desplegarse y proyectar su modelo al máximo: carácter, metodología, cuerpo técnico, cuerpo médico… Ha habido un giro grande, con muchos cambios al gusto del míster. Los resultados le han dado más potencia todavía y el efecto está por encima del marcador de turno. El éxito depende de las personas y Meriton ha encontrado a las suyas en un momento definitorio.

Intereses ‘particulares’

Por encima de fantasías personales, decide un propietario. Peter Lim siempre tuvo claro lo que quería, una estructura a la inglesa, con mánager… aunque España no sea Inglaterra ni València, Singapur. Por eso, prescindió de Amadeo Salvo y Rufete, con una propuesta mitad presidencialista, mitad director deportivo en lo alto de la pirámide. Como ocurría en el mejor Sevilla de José María Del Nido y Monchi. El Atlético, por ejemplo, ha renacido como campeón a través de una figura descomunal como Simeone; el Cholo es su modelo. En el Real Madrid todo pasa por Florentino y el Barça se alimenta espiritualmente del cruyffismo, aunque Messi marque la pauta. El Valencia de Marcelino y Mateu Alemany funcionará mientras funcione, no hay garantías. Dos, tres o seis temporadas. Podría suceder con cualquier otra vía alternativa, como ha sucedido en Nervión con Monchi (sevillista hasta la médula), ahora en la Roma. El fútbol es una máquina de desgastar protagonistas y modelos. Lo importante es creer, no tener dudas y acertar con los líderes en los puestos clave. Eso es lo que había fallado y ahí es donde se debe continuar exigiendo.

Marcelino y Mateu han permitido a Peter Lim recuperar su idea original. La propiedad lo demostró de inmediato con Nuno Espírito Santo, al que entregó el poder absoluto. Después intentó darle continuidad con el inglés Gary Neville, cuando entró en barrena. Entre dudas, cónsules inadecuados y guerras de poder, Meriton giró sin rumbo.

Una base, jóvenes de calidad

¿Hay peligros? Claro. Como en cualquier otro modelo. Si las partes consideran que la estructura va a ser más fuerte con Longoria, adelante siempre. Marcelino ya ha dejado claro que lo suyo es ocuparse de competir al límite cada partido y obtener máximo rendimiento del equipo. El nuevo director de Área Técnica será sus ojos en el mercado. Mateu Alemany será el brazo ejecutor. Pocas personas, pero de máxima confianza. Si Mateu no hubiera tenido sintonía con el cazatalentos no se hubiera producido la firma. Con Longoria nada cambia y se suma un profesional desde la Juventus, multicampeón de Italia, con una forma de hacer que también encaja con las necesidades del proyecto y con aquella original de Meriton, que no sonaba tan mal. Su trabajo tendrá un gran valor para el cuerpo técnico y para el club a la hora de fichar jugadores jóvenes con proyección, destinados a alcanzar el máximo nivel en el Valencia, ofrecer un rendimiento, protagonizar un gran traspaso o permanecer en plantilla. La idea es que la plantilla tenga una base estable, con elementos de gran proyección y jugadores hechos en Paterna. La gente de la casa es parte fundamental para el Valencia. Marcelino lo tiene claro, Mateu también. Ahí está el protagonismo de Carlos Soler, la confianza en Ferran y apuestas muy fuertes en la base como Jordi Escobar.La normalidad como mensaje

Mateu ha sido claro respecto a la fuerza de las partes, aunque a Marcelino le molesten algunas etiquetas como la de ‘fichador’. El míster se revuelve porque huye de esa presión, suficiente tiene -verdad- con ocuparse de la plantilla y mantener el equilibrio en las victorias y en las derrotas. Sin embargo, la cuestión va en el cargo: es el Valencia, ha estado y va a estar en el foco (más todavía con Longoria). En ese escenario la mejor vía de descompresión es tratar públicamente la cuestión con naturalidad, sobre todo, porque la tiene. La normalidad -como sí ofrece Mateu- es la mejor forma de evitar las sospechas, los prejuicios y la desconfianza. Claro que el entrenador tendrá voz y voto en los fichajes, como hasta ahora. Obviamente, Peter Lim tendrá también. Si el propietario confía en su CEO y en su entrenador, si les deja hacer como hasta ahora, buena señal… La mejor garantía es esa. No es cuestión de ser más marcelinista que Marcelino, pero hay una realidad: estamos ante el Valencia más fuerte de la era Lim y eso merece -como mínimo- un voto de confianza.