La victoria del Valencia CF en el Sánchez Pizjuán, tres puntos que dejan la Champions ‘a punto de caramelo’, puede resumirse como el premio al trabajo diario en el ‘laboratorio’ de Paterna. Marcelino había trazado un plan con el que entrampar al Sevilla, un equipo que sufre corriendo hacia atrás, y explotar, a su vez, las virtudes blanquinegras. A lo largo de la semana, día a día, el entrenador trasladó y ensayó con el equipo lo que quería: Líneas juntas, blindaje especial en los carriles, atención máxima a los centros laterales, presión a partir de campo propio y, con el balón en los pies, hacerlo circular rápidamente para aprovechar la velocidad y verticalidad de dos balas: Guedes y Rodrigo, ejecutor del triunfo.

El engranaje colectivo funcionó eficazmente. La totalidad de los jugadores vestidos con la Senyera rozaron el sobresaliente en intensidad y parámetros defensivos. Como ya hizo el Atlético, al Valencia no le importó ceder la pelota a los locales, mientras no se adentraran en zonas cada vez más peligrosas. De ahí, el reparto de posesión: 61% de pelota para los andaluces, 39% para los valencianistas. Después de mover de una banda a otra, los de Montella acababan casi siempre sus intentos por la izquierda, donde Gabriel Paulista, de lateral diestro, fue la sorpresa de Marcelino en el once.

A los 25 minutos, el Valencia abortó un ataque sevillista y Kondogbia, siguiendo con el plan a la perfección, no se lo pensó para levantar la cabeza, buscar el desmarque fugaz de Rodrigo y enviarle el esférico en largo a la espalda de Escudero. El ‘19’ definió el 1-0 con frialdad. Por entonces, Neto Murara había marcado ya raya en la otra portería con una elegante parada a disparo de Nolito. Cuando otros porteros prefieren lucirse con un despeje de puños, el brasileño la blocó transmitiendo confianza al equipo.

La labor de Neto Murara durante 90 minutos -valiente, decidido y seguro en todos los balones aéreos- tampoco llegó fruto de la casualidad, sino del trabajo de un guardameta dispuesto a crecer cada vez más de la mano del Valencia. El jueves el ex de la Juve se retiró el último de la sesión tras media hora extra de trabajo preparando las acciones que más podían comprometerle y poner en riesgo en Sevilla la segunda portería a cero consecutiva.

En los momentos en los que todo el esfuerzo se tambaleaba por el empuje ofensivo del Sevilla, ahí, apareció Neto. A la media hora sacó una mano milagrosa a bocajarro evitando un gol cantado. Y la vuelta del descanso abortó un obús de Banega y, sobre todo, un remate encima de Lenglet... 15 minutos después, Kondogbia, rocoso, repitió conexión con Rodrigo. 0-2. Le pegada -y Neto- hundieron al rival.