Cuatro años después de que la Comisión Disciplinaria de la FIFA comenzara su investigación por traspasos y registros internacionales de jugadores menores de edad con el objetivo de restringir el tráfico de chicos desde África y Sudamérica hacia Europa y los efectos que esta práctica puede conllevar, el riesgo de una posible sanción por parte del organismo rector del fútbol mundial se ha convertido en el principal quebradero de cabeza de los servicios jurídicos y los grandes ejecutivos del Valencia CF. El propio Mateu Alemany, de hecho, expresaba su preocupación en lo tocante a esta investigación en su última rueda de prensa hace tan solo unas semanas: «No está archivada, está en curso, el riesgo existe cuando está abierto el procedimiento». Barça, Real Madrid y Atlético ya han sido castigados y ahora el foco amenaza al Sevilla, Villarreal y el Valencia CF. En este proceso el club de Mestalla ha facilitado toda la información que le ha sido requerida hasta la fecha y ha colaborado activamente para aclarar los casos que han motivado la investigación con la firme convicción de que no se ha cometido ninguna irregularidad merecedora de sanción pero FIFA mantiene un hermetismo total. A día de hoy el club no tiene novedades al respecto pero el tiempo de instrucción es similar al de los clubes anteriormente mencionados cuando fueron sancionados, lo que lleva al Valencia CF a esperar pronto una comunicación. ¿Cuáles son los riesgos? Así está el caso FIFA.

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«No hemos hecho nada malo», explica con rotundidad a SUPER una de las voces autorizadas de la entidad. De puertas hacia adentro, pese a ello, hay cierto pesimismo fundamentalmente por la ambigüedad del organismo y los últimos precedentes. Son tres los casos concretos que levantaron las sospechas de la FIFA: Kangin Lee. El Valencia ha defendido con argumentos que ninguno de ellos responde a lo que la FIFA quiere proteger. La explicación viene a ser la siguiente. Kangin nació en 2001 en Incheon (Corea del Sur), sus padres decidieron instalarse en Europa y eligieron la localidad de Puçol. Previamente al traslado el jugador había ganado un concurso de talentos que buscaba al Messi coreano pero la realidad es que en mayo de 2011, cuando hizo una prueba en la Ciudad Deportiva de Paterna y convenció a los técnicos, no jugaba en un equipo de fútbol -nunca tuvo una ficha federativa anterior, por lo que no hubo un traspaso- y vivía a apenas 20 kilómetros de las instalaciones deportivas. Su traslado fue por motivos extra futbolísticos y, desde luego, el Valencia CF le ha brindado un ambiente estable y una educación. El club no solo no ha abandonado a su suerte al chico -precisamente esto es lo que quiere evitar FIFA con esta política restrictiva- sino que lo ha asistido con todo tipo de ayudas desde su llegada. Lo ha formado como futbolista y como persona. El dato definitivo es que a día de hoy compite entre el Juvenil A y el filial, entrena a veces con el primer equipo y a poco que haga tendrá algún día la oportunidad de hacer la pretemporada con el primer equipo.

Documentación detallada

Para probar que no hay ninguna irregularidad se ha enviado a FIFA certificados de empadronamiento, dirección del hogar del jugador y de sus padres, un documento firmado por los padres del jugador explicando las razones por las que se mudaron a España, contratos de trabajo, documentación de sustento económico, permiso de trabajo, una declaración del club... El caso, entienden, es casi tan absurdo como el que en su día tuvo que aclarar el Real Madrid con la investigación al hijo de Zidane. El otro ítem que debería estar claro para la FIFA es el proyecto Wanda, de naturaleza puramente formativa y educativa. Alrededor de 30 niños chinos estuvieron formándose durante uno, dos o tres años -en función del programa- aprendiendo fútbol de la mano del Valencia, realizando actividades y recibiendo clases académicas. El organismo rector del fútbol mundial quiso comprobar que el club no hacía negocio con los chicos y la realidad es que así fue. El único contrato que hubo entre las partes -el Valencia CF y la empresa responsable del proyecto Wanda- puede compararse al de un campus o un campamento de verano. Tanto es así que el Valencia no tramitó ni una sola licencia competitiva a ninguno de los jóvenes que desembarcaron en Paterna. Acabaron su programa de formación y todos volvieron a su país de origen. Capítulo cerrado.

El caso que más dudas deja

El caso de Ferhat es el que podría dejar más dudas en principio. La segunda semana de agosto de 2013 aterrizó el turco en Paterna. Desvinculado de su anterior equipo, el jugador y su familia solicitaron hacer una prueba con el Valencia. Su currículum después de pasar por el Valenciennes, el Olympique de Marsella o el Chelsea, llamaba la atención. Incluso, había estado una semana conociendo La Masia desde dentro. Tenía once años y su potencial gustó entre los técnicos. Galatasaray, PSG y Mónaco iban tras su pista. Su padre presenciaba sus entrenamientos a escasos metros del césped, estaba recogido, pero pese a ello el club decidió poner a su disposición un trabajador las 24 horas del día para asegurarle un ambiente estable desde el primer momento. Ferhat se quedó y ha contado con toda la atención por parte del club. El jugador estaba dentro de la ley. La FIFA, sin embargo, endureció su normativa solo meses después de su llegada mediante la circular 74 en el Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de jugadores (RFIFA), una vuelta de tuerca más en su política, y decidió ampliar la edad mínima de los jugadores a los que se debía exigir el cumplimiento de una serie de condiciones para que su situación fuera regular. Cuando Ferhat llegó a Paterna tenía once años y esas condiciones se exigían a los menores de diez. La FIFA incluyó entonces a los menores de doce y pasó a estar bajo sospecha según el artículo 19 del reglamento.

Irían a Apelación y al TAS

En el club de Mestalla considerarían injusta cualquier sanción porque, sostienen, no hay una irregularidad flagrante y en privado confiesan que, en el caso de ser sancionados, esperan que se trate únicamente de un castigo económico -una multa- y no la inhabilitación de algún jugador o un tiempo sin fichar. Tal es la seguridad que se respira en el club que a día de hoy los servicios jurídicos están dispuestos a ir hasta el final si la sanción va más allá de una multa. El Valencia se prepara para apelar a la Comisión de la FIFA y si fuera necesario elevaría el recurso al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). Los motivos por los que está siendo investigado el club no son comparables a los de los otros equipos que ya han sido sancionados. El Barça, que no pudo inscribir jugadores durante dos ventanas de traspasos y fue multado con 370.000 euros, tenía 10 menores involucrados por vulnerar el artículo 19.

El Madrid, que inicialmente no podía inscribir jugadores durante dos ventanas si bien finalmente consiguió que el tema se quedara en una y 329.000 euros, tenía 39 menores involucrados por vulnerar los artículos 5, 9, 19, 19 bis y dos anexos. El Atlético, por último, no pudo inscribir jugadores durante dos ventanas de traspasos, afrontó una multa de 823.000 euros y tenía 100 menores involucrados por vulnerar los artículos 5, 9, 19, 19 bis y dos anexos. Cuentan algunas voces que estos tres clubes se sienten agraviados y estarían ejerciendo cierta presión sobre FIFA para que intensifique el control sobre Sevilla, Villarreal y Valencia. En Mestalla esperan noticias.