El fútbol pasa por aprovechar partidos, exprimir el momento y trascender. Hay que saber leer la jugada y en eso Soler es un fenómeno. Kondogbia y Parejo no han dejado lugar para las dudas durante la temporada, pero la baja del cosladeño por sanción brindó a Carlos la ocasión -por fin- de volver a jugar en el eje del centro del campo; su respuesta fue sobresaliente. Todos están muy satisfechos. Soler llevaba tiempo esperando una oportunidad así y una actuación así... redonda, fácil de descifrar a todos los niveles. El centrocampista demostró que está preparado para competir desde la medular, posición de máxima responsabilidad para Marcelino. Ante el Getafe tuvo media hora junto a Parejo (Maksimovic fue titular por el sancionado Kondogbia) y su presencia produjo de inmediato un salto al frente. En Balaídos, arrancando desde el once, las sensaciones fueron vibrantes. Hubo buena química con Kondo y Soler reivindicó sus cualidades en la dirección con una interpretación perfecta del rol dentro del modelo por personalidad, agilidad, seguridad en la entrega, frescura para encontrar soluciones distintas, aceleración en las transiciones, ida y vuelta constantes, llegada, verticalidad e intensidad en la recuperación; como demostró en el duelo ganado ante Pione Sisto que terminó en el 0-1 de Mina: error del danés, pase inmediato de Carlos sobre Guedes y asistencia del portugués.

Soler hizo sentir su carácter y ambición en la posición en la que se siente ‘más futbolista’ y ha reabierto -con fuerza- el debate latente sobre su posición desde que Marcelino le buscó espacio en la banda, habitualmente derecha. Carlos siempre ha estado al margen de la disyuntiva defendiendo un discurso práctico y gregario. Su única idea ha sido y es sumar para el equipo con la predisposición de jugar, donde Marcelino considere que hace falta.

Consolidarse desde la banda

Desde que el cuerpo técnico le comunicó en pretemporada la apuesta, Soler asumió el cambio como una oportunidad para crecer; tomó el reto con la idea de evolucionar y multiplicar sus registros, como ha sucedido. Lo hizo como una ‘inversión’, convencido de que el esfuerzo -en la banda- le iba a ayudar a ser más fuerte para competir a medio-largo plazo en el centro. Sin renunciar a volver al núcleo. Marcelino también lo entiende así. Por eso le ha dado minutos y partidos puntualmente en el eje. Con 21 años, mejor quemar etapas y ganar madurez paso a paso. La gestión de las expectativas y de las responsabilidades dentro del campo también tienen mucho que ver con su posición, a la derecha de la dupla Kondogbia-Parejo. Menos presión, menos carga y mejor contexto para competir en todo un Valencia. La solución también permite al míster asturiano formar siempre con su centro del campo ideal en 4-4-2, con Guedes por izquierda. Otra cuestión es la sensación de que Soler podría hacer mucho más como protagonista desde el centro... de que en la banda se está sacrificando una parte -esencial- de su talento.

El refuerzo ya está aquí

Su rendimiento partiendo desde fuera es positivo. Tiene la lectura y el físico para adaptarse; busca el uno contra uno y pone buenos centros... sin ser un especialista. La apuesta de Marcelino es tan útil que Albert Celades la ha hecho suya también para la Selección Sub-21, donde Carlos luce el ‘7’ y arranca desde la banda con Fabián, Fornals, Rodri, Ceballos o Merino por dentro.

En el 4-4-2 ‘marceliniano’ siempre hubo un interior con capacidad para enlazar y crear desde la banda, como sucede con Soler. Marcelino lo tiene claro. En los refuerzos para la próxima temporada hay diferentes posiciones subrayadas, pero no un mediocentro como prioridad. El asturiano cuenta con Parejo, Coquelin (en pleno proceso de recuperación), Kondogbia... y Soler. Ante el Celta, el canterano volvió a exhibir su capacidad: 55 intervenciones, 43 pases, cinco disparos, un pase clave, un regate, tres tackles.