Relajada. Así suena la voz de Mary Beth Brophy (27 años). Su piel suelta vapor en la noche de Bleecker Street, mientras se quita con los dientes las vendas de los puños. "Haces ejercicio y te sientes poderosa", dice. "Aprendes a pelear, a defenderte. La mujer es un gran nicho de mercado: nadie nos había enseñado hasta ahora a dar puñetazos". Brophy trabaja en banca de inversión de seis de la mañana a seis de la tarde. Antes o después, de madrugada o cuando anochece, pisa los gimnasios de la ciudad.