Camina sobre hielo fino, pero a pesar de los vaticinios que le auguraban un sonoro patinazo, aún no se ha estrellado. También se anunció una plaga de langostas sobre Barcelona. Un cambio de marchas que trastocaría el rumbo de la ciudad.

Ha pasado un año y medio tras aquel choque de clases nunca visto en la Plaza Sant Jaume: una mujer de 41 años, hija del Guinardó, de familia humilde, padres inmigrantes, sin la carrera acabada, la activista que llegó a ser esposada por la policía, okupa en el 2006, sin agenda ni propiedades, sin apoyos por parte de los poderes y ningún vínculo con el pasado, era coronada alcaldesa de Barcelona en junio de 2015. Contra todo pronóstico, incluso contra el suyo y el de su grupo, Barcelona en Comú, esperaba sentarse en la oposición cuatro años y así coger tablas. No hubo tiempo.