"Es una bailarina de flamenco travesti en un funeral", "parece un trozo de papel del váter tras una tormenta", "si veo más flores, me voy a poner a gritar". Estas frases lapidarias se convirtieron en moneda de cambio en las redes sociales. Las soltaba, con total naturalidad, el diseñador Michael Kors en su papel como jurado de Project Runway, el exitoso reality para aspirantes a diseñador de moda. Aquel programa logró lo que Kors quería: visibilidad masiva. Muchos, si no todos, los creadores de moda de alta gama rechazan el revuelo mediático y dejan que sean las celebridades con sus prendas, la que den que hablar sobre cada firma en cuestión. Así mantienen ese aura de elitismo inalcanzable que genera deseo de compra y define, en parte, al intangible del lujo. "No creo en el esnobismo, yo quiero vestir a todo el mundo independientemente de su edad, su talla y su bolsillo", sentencia Kors contradiciendo las leyes tácitas de esta industria.