Imagínate que naces dentro de una familia de la aristocracia británica, que creces en una mansión en el barrio londinense de Belgravia, que tus padrinos son la actriz Joan Collins y el director ejecutivo de Condé Nast, Nicholas Coleridge, y que, por si no fuera suficiente, eres tan bello y magnético que a los 8 años de edad el mítico fotógrafo Bruce Weber “necesita” hacerte fotos. Pues más o menos esas son las credenciales de Cara Delevingne. En realidad, una parte de ellas. Porque Cara tiene los contactos y el respaldo, pero -cosas de la vida- tardó un par de años en estrenarse como modelo, desde que firmó por la agencia Storm a los 17 hasta que consiguió su primer trabajo pagado a los 19.