Dormir con alguien que ronca resulta molesto y hace que la noche resulte eterna, pero para el que lo padece también supone un importante problema ya que los ronquidos impiden descansar bien y favorece que durante el día uno presente somnolencia, cansancio, dolor de cabeza, irritabilidad, dificultad de concentración, pérdida de memoria o problemas de carácter ¿Por qué sucede esto?

El ruido que caracteriza este fenómeno acústico, y que en ocasiones lo hace insoportable, se produce por la vibración de las partes blandas de la orofaringe, según el jefe de Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Quironsalud de Barcelona, Javier González Lagunas.

"El paso de aire por la garganta hace vibrar los tejidos de su alrededor, porque estos tejidos están 'flácidos' o poco tensos por el reposo muscular y la caída de la lengua, o por tener gran cantidad de tejido graso en la garganta. Esto recibe el nombre de ronquido simple", explica este experto.

Cuando el ronquido no viene solo

El problema es que "casi siempre va acompañado de otro trastorno más importante", la apnea obstructiva del sueño, que consiste en episodios repetidos de obstrucción de la vía aérea superior durante el sueño profundo, con pausas respiratorias de 10 a 30 segundos en las que dejamos de introducir aire en los pulmones.

Se calcula que la apnea afecta a un 4-6 por ciento de hombres y 2-4 por ciento de las mujeres, y entre los factores de riesgo están la edad (el riesgo aumenta un 25% en mayores de 65 años); la obesidad (la padecen el 60% de los que sufren apneas); el consumo de alcohol y tabaco, el uso de medicamentos para conciliar el sueño, dormir en una posición supina o tener obstruidas las vías respiratorias por la lengua o las amígdalas.

Las pausas de respiración, según añade González Lagunas, van seguidas de un intento por respirar y del cambio a una etapa de sueño más ligero, ya que provocan descenso de la oxigenación y despertamos durante 1 a 3 segundos.

Esto hace que el sueño deje de ser reparador, al fragmentarse, y explica que quienes sufren ronquidos y apneas puedan sufrir también episodios tipo asfixia, despertares frecuentes, insomnio y pesadillas, sueño agitado, necesidad de orinar o reflujo gastroesofágico.

Cómo diagnosticar la apnea

El diagnóstico de este síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), aclara este experto, se establece mediante una polisomnografía, una prueba que se recomienda en aquellos pacientes que presentan más de uno de estos síntomas:

- Somnolencia, sueño no reparador, fatiga.

- Despertar con falta de aire.

- Cuando un testigo describe: ronquido habitual, interrupciones de la respiración durante el sueño.

- Antecedentes de hipertensión arterial, trastornos del ánimo, enfermedad arterial coronaria, infarto miocardio, diabetes mellitus II.

Qué posibilidades de tratamiento hay

En cuanto al tratamiento, González Lagunas asegura que puede variar según el grado de severidad de la apnea. Lo primero de todo es seguir algunos consejos como perder peso, en caso de obesidad, dormir de lado o boca abajo en lugar de boca arriba, evitar el tabaco, alcohol y sedantes antes de ir a dormir, y procurar comer 2-3 horas antes de ir a dormir. Y además de esto, hay otras alternativas:

1) Dispositivo de avance mandibular. Dos férulas unidas entre sí mediante un tornillo, que permite adelantar la mandíbula e incrementa el tono muscular a nivel de la vía aérea; facilita el paso de aire y elimina el ronquido, y mejora los episodios de apnea y la calidad de vida del paciente.

El adelantamiento de la mandíbula se hace de manera controlada y dependerá de la capacidad de cada paciente para adelantar su mandíbula. Se trata por tanto, que sea lo más confortable posible. Durante el uso se pueden hacer movimientos a los lados y abrir ligeramente.

"Es el tratamiento indicado para el ronquido simple o el SAOS leve y moderado, que no responde a cambio de hábitos o pacientes que no sean candidatos a cirugía", ha añadido Patricia Filippi, odontóloga en QMaxDental-Quiron Salud Barcelona.

2) Avance maxilomandibular. Se trata una intervención consistente en adelantar simultáneamente los hueso maxilar y mandíbula con el fin de ampliar el espacio aéreo tanto en la rinofaringe (parte posterior de la nariz) como en la orofaringe (parte posterior de la boca).

La operación se practica por dentro de boca, sin cicatrices externas, y consiste en realizar unas osteotomías controladas en los huesos de la cara, para moverlos hacia adelante (en general del orden de 1 centímetro), y después fijarlos con tornillos y placas. Permite resolver el 90 por ciento de las apneas.