Pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo. Un descanso en el que, sin embargo, nuestro cerebro se mantiene activo. Su trabajo fundamental en esas ocho horas recomendadas por los médicos y especialistas del sueño es el de procesar toda la actividad del día, seleccionando y almacenando lo más sustancial, lo que quedará grabado en la memoria. [Ocho consejos para dormir mejor].

Pero el cerebro hace algo más: es capaz de dirigir una red de mecanismos ´avisadores´ que ponen al organismo en alerta ante los peligros que acechan en la cama. Porque también los hay. Uno de ellos es caerse de la cama mientras dormimos. Puede ocurrir, pero raramente lo hace. ¿El motivo? Que nuestro cerebro nos protege de riesgos así.

En el sueño hay dos fases diferenciadas. La primera es la denominada de ´ondas cortas´, que lleva al cuerpo a una progresiva relajación, de forma que la laxitud se va a apoderando poco a poco del organismo. En esta fase, disminuye el ritmo cardíaco y la respiración. Es la fase de transición entre la vigilia y el sueño propiamente concebido como tal.

Es posible sufrir episodios como una caída de la cama, puesto que a veces se pueden producir pequeñas sacudidas, aunque no suelen revestir importancia ni consecuencias. Hay factores que pueden resultar perjudiciales en esta primera fase, como la toma de alcohol, bebidas excitantes como el café, tabaco u otras sustancias similares.

La segunda fase es la que es conocida como REM, por las siglas de ´Rapid Eye Movement´. El tronco detiene las neuronas encargadas del movimiento, con lo que la actividad muscular es prácticamente nula. Sin embargo, el cerebro sigue trabajando en muchas facetas. Además de la ya citada y relativa a la memoria, también hace frente a otros riesgos.

El sueño depende de cada persona. De esta manera, existen individuos que tienen una gran tendencia a moverse en la cama mientras duermen, lo que les expone a situaciones problemáticas, como caerse del colchón o golpearse con algún elemento circundante. Sin embargo, aquí es donde entran en juego los mecanismos protectores del cerebro.

El denominado sistema propioceptivo de la musculatura humana pone sobre aviso al cerebro, que toma nota de la posición del organismo en la cama y reacciona si ´observa´ que el individuo está ante la posibilidad de golpearse.

Las personas adultas tienen más desarrollado este sistema y por eso es tan difícil que alguien se pueda caer de la cama. Sin embargo, este riesgo está más presente en los niños, y de ahí viene el hecho de que muchos padres instalen barreras protectoras en las camas de ellos.

Los expertos suelen recomendar que hacia los dos años y medio los niños abandonen la cuna y empiecen a dormir en una cama. Algunas veces puede ocurrir que los niños se despierten con la cabeza en el lugar de la cama destinado para los pies, aunque eso es normal. Para evitar riesgo de caídas, puede ser conveniente que los niños empiecen a dormir en un colchón situado en el suelo o proteger con cojines los laterales del colchón.