Mucho se ha hablado de los beneficios que aporta a nuestra salud el hecho de dormir bien En este sentido, son múltiples los estudios que han corroborado la importancia de gozar de un correcto descanso y como la calidad del sueño influye directamente en nuestra salud y nuestro estado de ánimo. Ahora bien, ¿puede hacernos engordar una mala alimentación?

La respuesta es sí. Así lo constatan varias investigaciones, entre ellas una realizada por expertos del King's College London del Reino Unido -a partir del análisis de otros 11 estudios- que han llegado a la conclusión que la privación del sueño puede provocar que las personas consuman más calorías. Según las conclusiones, las personas que dormían menos horas no presentaban un mayor gasto energético y, en cambio, consumían un promedio de 385 kilocalorías por día extra, lo que lógicamente afecta a nuestro peso corporal.

Por otra parte, una falta de descanso adecuado influye directamente en la activación de áreas en el cerebro asociadas con la recompensa cuando las personas están expuestas a alimentos. Es decir, que las personas con una mala calidad del sueño sienten un mayor placer al comer. Además, dormir mal también afecta al reloj corporal interno que afecta a la regulación del cuerpo de la leptina (la hormona de la saciedad) y la grelina (la hormona del hambre). Así, no es que la falta de sueño haga que engordemos, sino que las hormonas que regulan el apetito se alteran cuando no descansamos convenientemente.

Por otra parte, los investigadores también descubrieron que había un pequeño cambio en lo que comían las personas cuya calidad del sueño no era la adecuada: tenían una ingesta de grasas proporcionalmente más alta que los que dormían correctamente. De esta forma, escatimar en horas de sueño se vincula a comer en exceso y a malas elecciones de alimentos.

Un estudio promovido por Erin Hanlon, investigador asociado en Endocrinología, Diabetes y Metabolismo en la Universidad de Chicago, llegó a conclusiones parecidas. Según esta investigación, dormir poco amplifica y extiende los niveles sanguíneos de una señal química que incrementa las ansias por comer, particularmente de bocadillos, dulces o productos salados con alto contenido de grasa.

En este trabajo, participantes privados de sueño -todos jóvenes y voluntarios sanos- fueron incapaces de resistirse a lo que los investigadores llaman "premios de aperitivos altamente apetecibles", es decir, galletas, dulces y patatas fritas, a pesar de que habían consumido una comida que suministraba el 90 por ciento de las calorías diarias necesarias dos horas antes. Los efectos de la pérdida de sueño sobre el apetito eran más fuertes por la tarde y la noche, momentos en los que comer se vincula con el aumento de peso.

"El simple hecho de dormir menos, por sí solo, no va a llevar al aumento de peso. Pero cuando la gente está falta de sueño, les lleva a comer más de lo que realmente necesitan", resume el experto en sueño Kenneth Wright, experto de la Universidad de Colorado Boulder que lideró otro estudio que llegó a conclusiones parecidas a las del resto de estudios: dormir mal engorda.