La fiebre por lo natural se ha disparado en los últimos años, se piensa que cuanto más natural más sano es el alimento. Esta moda abre el debate sobre el uso de aditivos alimentarios. Mientras que los críticos afirman que su uso supone un riesgo para la salud de los consumidores, sus defensores consideran que hacen la vida más cómoda al ciudadano y su uso está justificado al no atentar contra la salud de las personas.

Los aditivos alimentarios se empezaron a utilizar hace muchos años, cuando no había regulación. Su uso dependía de que un fabricante viera si le iba bien a su producto o no. En torno a los años 60 se hicieron estudios y empezaron a regularse. Ya entonces prohibieron muchos de los que se usaban en ese momento ya que no se podía garantizar la seguridad del consumidor.

"Se puede afirmar que los actuales, con los conocimientos que se disponen, son seguros. Esta seguridad no la marca ni el fabricante, ni la empresa alimentaria, ni la administración del país, sino que hay un comité de expertos independientes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y de la Organización Mundial de la Salud conjunto, que determina cuál es la ingesta diaria de ese aditivo que no representa ningún problema para el consumidor", asegura en una entrevista, la vocal de la junta directiva de la Sociedad Española de Nutrición (SEN), María Carmen Vidal.

Puesto que la mayoría de las evaluaciones de aditivos alimentarios se remontaban a los años ochenta y noventa, algunas incluso a los setenta, se consideró necesario que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria volviese a evaluar todos los aditivos autorizados antes del 20 de enero de 2009. La reevaluación se está llevando a cabo de acuerdo con un programa establecido por la Comisión Europea y finalizará en el año 2020.

"Si se utilizan en las dosis y productos autorizados no representan ningún peligro para el consumidor. Es cierto que todas las sustancias a niveles altos pueden ser perjudiciales. Pero la seguridad de un producto, sea lo que sea, está siempre en la dosis. Lo que hay que exigir es que la cantidad que se ingiere no sobrepase los límites de seguridad dictaminados por los estudios científicos y por la OMS y la FAO", insiste.

El objetivo: Mejorar el producto

El objetivo: Mejorar el productoSegún explica, los aditivos alimentarios son sustancias que se añaden "voluntariamente" a los alimentos para conseguir un objetivo "beneficioso" en ellos. "Desde cambiar la apariencia para hacerlos más dulces, por ejemplo, en el caso de los edulcorantes; o para cambiarles el color, con los colorantes. También estarían los antioxidantes y conservantes, que permiten alargar la vida de los alimentos y que estos lleguen en condiciones aptas al consumidor", añade.

La también catedrática de Nutrición y Bromatología en la Universidad de Barcelona indica que son a su vez aditivos alimentarios los agentes de textura, donde están los productos emulgentes (ayudan a que no se separen el agua y aceite en salsa); los antihumectantes y humectantes, que juegan con la vaporación del agua; los estabilizantes de textura, para que el producto se mantenga el tiempo necesario en las condiciones iniciales. "Si compras un bizcocho comercial aguanta más que el que haces en casa porque tiene estos aditivos alimentarios", precisa Vidal.

El valor de lo natural

A su juicio, en la actualidad las personas buscamos cada vez más lo natural, especialmente en nuestros hábitos de vida, donde se encontrarían los alimentos. Por ello, la experta en nutrición destaca que ningún producto fresco contiene aditivos.

"Es lo que tenemos que pagar si queremos comodidad y, por ejemplo, tener una salsa de tomate preparada. Si se quieren evitar aditivos, sólo hace falta ir a los productos no preparados. Siempre es un recurso tecnológico para facilitar un producto, para que resulte más cómodo y que tenga una duración compatible con su vida comercial", agrega la también presidenta del comité científico de la Agencia catalana de seguridad alimentaria y miembro del Consejo asesor de Salud pública de la Generalitat catalana.

Por otro lado, la especialista subraya que hay aditivos que se extraen directamente de la naturaleza, como los colorantes y los conservantes, y en cambio otros se obtienen por síntesis química. Además, indica que "no son contaminantes", se añaden siempre voluntariamente y, por tanto, su empleo está bajo control.

Cómo detectarlos en las etiquetas

En este sentido, Mari Carmen Vidal subraya que es "obligatorio" que las empresas indiquen en las etiquetas qué aditivos llevan los alimentos. "Si no es un fraude y debe penarse", avisa. Estos se declaran o bien con el nombre, o bien con código normalizado a nivel europeo, que parte de la famosa 'E-', seguida de una numeración (generalmente tres números).

"El primer número indica el tipo de aditivo, por ejemplo llevará el número '1' si se trata de un colorante, el '2' si es conservante, o el '3' si es un antioxidante, por ejemplo. El segundo número en el caso de los colorantes por ejemplo significa color, mientras que en los conservantes la familia química. Ya el tercero es un número de orden, para diferenciar por ejemplo en el caso de que haya tres colorantes amarillos. Un 'E-903' no significa que haya 903 aditivos alimentarios en ese producto, sino que se corresponde con una numeración que identifica los aditivos", señala la catedrática en nutrición, para sentenciar que estos códigos "son asépticos, no tienen ningún misterio, y no ocultan cosas como a veces se piensa".