La caja de pandora lleva muchos años abierta y el debate sobre los perjuicios que el 'trolling' (publicar mensajes irrelevantes, insultantes, que desacrediten a los usuarios y que puedan llegar a desviar la conversación hacia los propios intereses del 'troll') acarrea en los foros de discusión es tan viejo como el mismo internet.

Da igual el contenido. Da igual el contexto. Los habituales de la Red conocen bien el fenómeno: se publica un artículo, una entrada en el foro o incluso un comentario en YouTube, y en cuestión de minutos llega un ataque totalmente gratuito e injustificado contra el autor. En muchas ocasiones se reviste con datos o cierto aire intelectual, pero la explosiva carga va por debajo, casi siempre tratando de reivindicar su supuesta "superioridad". Así son los 'trolls', unos personajes cada vez más frecuentes que están planteando serios problemas para una convivencia civilizada en la Red, precisamente en un momento en el varios estudios inciden en que su comportamiento está vinculado a conductas sádicas, psicópatas y maquiavélicas.

El departamento lingüístico de la Universidad de Lancaster ha definido el término 'troll' como alguien que aparenta un deseo sincero de formar parte de una comunidad, pero cuya intención real es irrumpir en la conversación o conseguir exacerbar un conflicto, con el único propósito de entretenerse. También han establecido que el 'trolleo' fracasa si no consigue provocar a los otros usuarios o no es interpretado correctamente.

Respecto a este tema, el primer estudio serio relativo a este creciente fenómeno en la Red lo llevó a cabo Mark Griffiths, de la Universidad de Nottingham Trent, y concluyó que el impacto de los 'trolls' puede "ser devastador" entre algunos internautas que no comprenden o asimilan una agresión tan gratuita.

Hace un año, la Universidad Manitoba (Canadá) publicó los resultados de un exhaustivo trabajo en conjunto con varios investigadores para dilucidar qué pasa por la cabeza de este tipo de personajes cuando polemizan en la Red. Y los resultados son tan sorprendentes como descorazonadores. El equipo de investigación encontró una alta correlación entre el comportamiento de estos usuarios con perfiles sádicos, psicópatas y maquiavélicos.

Una de las investigadoras del estudio, Erin Buckels, comentó que "los 'trolls' dedican un promedio de 11 horas semanales a sus actividades de 'trolleo'". Otro aspecto de la investigación permitió descubrir algunas de las características de la personalidad de estos sujetos que coincidían con algunos rasgos oscuros de las personas, como por ejemplo el sadismo.

"El sadismo a través de internet es una forma segura de satisfacer ese apetito. Es posible que 'trollear' sacie el apetito del sádico, por lo que debemos dejar que 'trolleen' online ya que las alternativas son mucho peores", explicó.

El estudio se llevó a cabo mediante una serie de pruebas realizadas a un gran número de internautas con resultados de lo más curiosos. Por ejemplo, que un 5,6 por ciento de los sujetos estudiados reconocía disfrutar 'trolleando' a los demás. Cabe destacar los resultados de uno de los individuos sometido al estudio, que confirmó que pasaba más de 79 horas a la semana 'trolleando' y molestando a otros usuarios en internet.

En otro estudio reciente, los investigadores de la Universidad George Mason pidieron a más de 1.200 personas que leyeran una publicación en un blog. A la mitad de los participantes se les mostraron los comentarios de la publicación que hicieron lectores civilizados y a la otra mitad, los sometieron a las descalificaciones y las críticas cargadas de obscenidades.

Como era de esperar, los resultados fueron sorprendentes y perturbadores. "Los comentarios descorteses no solo polarizaron a los lectores, sino que a menudo cambiaron la interpretación que el participante hacía del artículo".

Lo mejor, ignorarlos

Como las conocidas advertencias en los zoológicos, no hay mejor método para alejar a los 'trolls' que ignorarlos. Hace tiempo que el lema "don't feed the troll" -literalmente, "no alimentes al 'troll'"- se extendió entre blogueros, administradores y autores de contenidos en internet para reivindicar una consigna clara: practicar la indiferencia ante los llamados 'trolls', una sentencia que ha devenido primer mandamiento para muchos administradores de foros virtuales.

Estos 'trolls' o cazadores solitarios siempre buscarán presas en este gran ecosistema que es internet. A menudo, encontrarán alguna discusión sobre política, racismo, sexualidad o religión -temas preferidos por muchos de ellos- en los que intervenir para generar el caos, aunque sea fugazmente.

Pese a que algunos prefieren contraatacar hasta derribar con argumentos a los 'trolls', la medida más extendida y más lógica consiste en ignorar su comentario, o mejor aún, su existencia. Se asume que estas personas son unos habitantes más de la Red que desean saciar sus impulsos con la inmediatez y anonimato que proporciona Internet, y que son incendios que se consumen solos, pero más rápido cuando tanto el autor como el resto de los lectores les ignoran.

Un dato anecdótico es que el primer uso coloquial de la palabra trolling se remonta hacia 1972 cuando las Fuerzas Armadas estadounidenses empleaban el término trolling para describir a los cazas MIG en Vietnam. Concretamente, la frase utilizada por los pilotos estadounidenses durante la guerra de Vietnam era "Trolling for MiG's".