El secretario de estado para el deporte, Jaime Lissavetzky, junto con Alberto Soler, director general de deportes, se reunieron ayer en la sede del Consejo Superior de Deportes con una comisión de la ACB, en la que se encontraba Vicente Solà, vicepresidente del Pamesa Valencia. El conjunto azulejero, precisamente, es uno de los más interesados en que se encuentre una rápida solución al conflicto ya que su futuro depende del cierre o no de la Euroliga.

El presupuesto de la próxima campaña y, consecuentemente, la contratación de determinados jugadores —algunos con los que ya se había alcanzado un acuerdo, caso de Marjonas Petravicius o Lynn Greer—, continúan en el aire debido a esta cuestión. De no existir ningún avance, hasta el próximo 7 de julio, fecha fijada para la Asamblea de la Euroliga, el equipo taronja no decidirá su nueva estructura y, mucho menos, el presupuesto definitivo. Algo que, seguro, le hará perder buenas oportunidades en el mercado en los próximos quince días.

Eso, si Jaime Lissavetzky no toma antes cartas en el asunto. Y es que durante casi dos horas, el secretario de estado para el deporte fue informado de la evolución del nuevo modelo de competición de la Euroliga desde que fuera presentado, y no aprobado, en Berlín el pasado mes de julio de 2008. También se le trasladó como fueron las últimas conversaciones mantenidas con este organismo.

Ahí, Eduardo Portela, presidente de la ACB, destacó la imposibilidad de alcanzar un acuerdo tras la decisión de la máxima competición continental de anteponer el negocio a los intereses deportivos. «Esto no es aceptable. Impide que otros proyectos puedan crecer y, además, produce una competencia desleal por lo que supone para la contratación de jugadores, búsqueda de patrocinadores y otros principios sobre los que se sustenta una competición como la ACB», destacó Portela.

Una vez conocidos los argumentos e inquietudes de esta comisión, Jaime Lissavetzky hizo pública su preocupación por el conflicto generado, sobre todo tras aceptar Tau Vitoria, FC Barcelona, Unicaja y Real Madrid sus licencias ´de por vida´. Los clubes, ahora, esperan que sea él quién medie en una crisis que tiene difícil solución —ya lo hizo en el equipo español de la Copa Davis de tenis antes de disputarse las semifinales del pasado año en Madrid—. «El modelo de competiciones abiertas es el que gusta y funciona en Europa. Soy partidario de mantener el actual modelo en el que los resultados deportivos sean la base principal de clasificación para las competiciones europeas», señaló Lissavetzky, que añadió que «siempre hay que estar abierto a innovaciones» pero a través del consenso.