El pívot de los Sacramento Kings DeMarcus Cousins es uno de los mejores de la NBA, solo a la altura de Marc Gasol o DeAndre Jordan, su compañero en el Team USA en los pasados Juegos Olímpicos. Sin embargo, su carácter le juega muchas veces malas pasadas, que perjudican a su equipo y a él mismo. Es uno de los jugadores que más técnicas recibe de toda la Liga, y este domingo demostró por qué. Tras ser sustituido por cometer tres faltas personales antes de llegar al descanso, Cousins pagó su frustración con una silla del banquillo, a la que dio una patada y varios puñetazos. Lógicamente, la acción le costó una técinca, su duodécima de la temporada.

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