Importante apuesta dentro del baloncesto valenciano por la solidaridad gracias a una iniciativa del Ayuntamiento de Llíria a través del área de Políticas Inclusivas e Igualdad. Se trata del proyecto de cooperación ‘Una cistella al Sàhara’, que nace con el objetivo de formar en el deporte de la canasta a los niños y niñas que viven en los campamentos de refugiados saharauis.

El proyecto, en el que también colabora la Escola de Bàsquet de Llíria, pretende la integración social de jóvenes a través de la promoción de la actividad deportiva, la educación en valores y la formación profesional, con un apoyo básico sanitario y alimenticio. «Se trata de una experiencia muy enriquecedora. Por cuestiones personales he viajado en más ocasiones a los campamentos del Sáhara, en esta ocasión es el baloncesto y el afecto por este pueblo lo que me permiten de nuevo estar cerca de ellos. Ahora acompañado de grandes personas y amantes del baloncesto», comentó Ferran Pizcueta, que además de ser director técnico de la Academia Víctor Claver y coordinador de esta iniciativa, tiene un niño saharaui en acogida desde hace seis años.

El técnico de la Pobla de Vallbona viajará a mediados de diciembre a los campamentos de Refugiados del Sàhara, concretamente a la daira de Tinigir, dentro de la Wilaya de Djala, acompañado por otros entrenadores valencianos como Paco Jiménez -director de l’Escola de Bàsquet Llíria-, Jorge Silvestre -director de l’Escola de Bàsquet de la Pobla de Vallbona-Jorge Silvestre, Alejandro Criado -coordinador de Nou Bàsquet Alboraia-, Maties Iborra -entrenador del Club Bàsquet Massamagrell- o el preparador saharahui Baba Omar.

Su misión en los aproximadamente diez días que durará la estancia es realizar diferentes actividades relacionadas con el baloncesto como puedan ser el desarrollo de entrenamientos y juegos para menores de entre 6 y 12 años en los centros escolares o formar al profesorado de las escuelas para que pueda seguir transmitiendo nociones sobre este deporte a los jóvenes. Además, se mantendrá también un seguimiento una vez la expedición regrese a València. En este sentido se está estudiando también la posibilidad de formar durante un par de meses, tanto en la Escola de Bàsquet de Llíria como a través de FBCV, a un residente de Tinigir para que luego imparta esas enseñanzas en el Sáhara y el proyecto se pueda prolongar mucho más en el tiempo.

Dentro de esa idea otro de los objetivos es asfaltar con cemento una cancha de baloncesto en la que instalar dos canastas de manera permanente. Además, se va a dotar de canastas a las diferentes escuelas que los entrenadores tienen previsto visitar. «Estamos ansiosos por convivir y disfrutar de la energía de los niños y niñas saharauis, que por desgracia viven en unas condiciones durísimas e inhumanas. Lo fundamental es cambiar aunque sea por un día su rutinaria vida, que encuentren algo distinto ya que para ellos cada día es igual», destacó Pizcueta, que espera también «sensibilizar a la gente de aquí» sobre esta realidad.