El caso de Markelle Fultz es uno de los más surrealistas de los últimos años en el mundo del deporte. De hecho, no consta un caso igual en la historia. Y es que estamos hablando de un número uno del Draft de 2017 -Doncic fue el tres en el de 2018- que se ha 'olvidado' de tirar a canasta. Algo que parece imposible y que puede no ser así, pero que viendo jugar a Fultz con los 76ers se hace bastante creíble.

El calvario de Markelle comenzó al poco de ser elegido con la primera elección del 2017, previo traspaso entre Philadelphia y Boston. Los 76ers adquirieron la elección número 1 de los Celtics a cambio de la número 3 y una futura primera ronda de 2019. Su objetivo estaba claro. Querían a Fultz y no estaban dispuestos a arriesgarse a que se lo quitaran los Celtics, que acabaron escogiendo a Jason Tatum. Hoy en día, este último es ya una estrella de la NBA y Fultz promedia 8 puntos en apenas 22 minutos en los 19 partidos que ha jugado este año.

Durante el verano tras ser elegido como el número uno del Draft, Fultz trabajó por su cuenta en mejorar su juego, entre otras cosas su tiro. Era ya un tirador de buenos porcentajes en la NCAA, pero siempre se puede mejorar. Sin embargo, cuando empezó la pasada temporada, su acierto era anormalmente bajo y se achacó a una lesión de hombro. Aquí comenzaron las complicaciones. Diferencias en el diagnóstico y el no encontrar un remedio claro al problema empezó a distanciar a equipo y jugador.

Esa temporada apenas jugó 14 partidos, pero se esperaba que esta regresara ya como el jugador que deslumbró en la NCAA. Nada más lejos de la realidad. Ha seguido con los mismos problemas, se ha negado a jugar alegando que está lesionado y ahora ha sido diagnosticado con un síndrome que afecta a los nervios del cuello y el hombro y que provoca movimientos anormales y reduce el rango de acción de dicha articulación. Estará de tres a seis semanas de baja. De momento.