Anna Montañana volvió a L’Alqueria del Basket con el cuerpo técnico de la selección española sub-18 masculina. Exjugadora internacional, valenciana de Alboraia y única mujer en un cuerpo técnico de la ACB. Ahora iniciará su tercera temporada como ayudante en el Fuenlabrada y quiere seguir creciendo dando ejemplo a otras futuras entrenadoras.

Le vemos otra vez por Valencia y por L’Alqueria, no está mal volver a casa...

—Yo cada vez que entro con el coche o vengo a L’Alqueria del Basket o al pabellón de La Fonteta me siento muy orgullosa de lo que se ha venido creando aquí, de siempre he sido muy valenciana y me siento bastante orgullosa.

-Está como técnico de la selección española, que es también como su casa...

-Desde 1992 que jugué por primera vez no he fallado casi ningún año de jugadora o de entrenadora, y estoy muy agradecida de que pueda haber continuado como entrenadora.

-Y del Valencia Basket al Fuenlabrada

-Hacer lo que yo quería ser, que era entrenadora, obviamente. Los dos años en marketing y eventos en el Valencia Basket me ayudaron muchísimo y estoy superagradecida, pero sí que es verdad que quería ser entrenadora, es lo que siempre he pensado que quería ser. Tuve la oportunidad en el Fuenlabrada, ha sido increíble para mí, y voy a empezar mi tercera temporada con un nivel de asentamiento muchísimo mejor. Han pasado cuatro entrenadores, y bueno, intentando desarrollarme y absorbiendo lo máximo para llegar al máximo nivel posible.

-¿Para cuándo una entrenadora en ACB?

-Yo me lo pregunto y ojalá llegue, pero una entrenadora ayudante necesita equis años para ser primer entrenador, y en mi caso que estoy de ayudante, seguro que necesitaría equis años, y si valgo y estoy preparada suficiente, el hecho de que haya una oportunidad, no sé cuánto de real será, pero espero que lo sea si hay alguien preparada.

-Es la mejor colocada, no creo que haya ninguna más.

-Sí, pero lo de mejor colocada cambia mucho en nuestra profesión que es muy inestable y nunca se sabe qué va a pasar. Yo llevo cuatro entrenadores y me he aferrado y ahí seguimos. Pero ya lo sabéis, nuestra profesión no es muy agradable. Hago lo que me gusta y es mi pasión pero es mi trabajo y hay mucha inestabilidad en una competición que es muy exigente. Siempre lo digo, el camino me llevará a ser ayudante, ser primera, estar en ACB o buscar otras opciones.

-¿Su sueño y meta sería llegar a ser entrenadora de ACB?

-Siempre he pensado que iba a ser primera entrenadora, no sé cuándo será ni si será, porque estoy disfrutando mucho de ser ayudante. Pero sueño alto y siempre lo he hecho como jugadora y como persona intento ponerme metas y retos altos, y a mí me gustaría estar lo más alto posible y donde la competición sea lo más exigente posible. A partir de ahí lo que salga.

-Tercera temporada ya en el Fuenlabrada, ¿qué le ha sorprendido más para bien y para mal al llegar allí?

-Pues bueno, en general yo soy de las que me busco un sueño, lo lucho y nunca he pensado que había tantas barreras aunque puede ser que sí que las haya. En general, te encuentras diferentes visiones de cómo se ve que yo esté ahí, de trato, me he sorprendido en alguna ocasión. Y también para bien el trato que el jugador me ha dado desde el minuto uno, la confianza y poder crecer con muchos de ellos. Tengo un trato de igual con ellos como si fuera chica o chico y eso me ha hecho evolucionar muchísimo. Es verdad que cuando llegas a un sitio nuevo siendo mujer necesitas confianza, yo tengo mucha, y ellos desde el minuto uno me lo dieron.

-¿Podría concretar esas barreras y por qué le sorprendió el trato?.

-Como que sí que hay barreras abstractas. Siempre lo digo, hay veces que el hombre es machista porque lo sabe y hay veces que es inconsciente, puede ser mi hermano, mi padre… Te das cuenta que hay ciertos tratos que no serían igual si fueras un hombre. Lo vas analizando y gestionando. No es que sea supermal, sino que es real y pasa, y coincidimos muchas mujeres en entornos más de hombres o con más porcentaje de hombres. Pero es algo que va cambiando porque cada vez estamos más cerca de que se nos considere a simple vista iguales.

- Para bien o para mal fue una de las pioneras. ¿Cómo lo lleva?

-Lo llevo con responsabilidad. Me acuerdo cuando me llegó la oferta, aquí estaba muy bien, yo quería hacer eso y siempre querías estar en ACB. Piensas en qué locura me meto, son arenas movedizas, pero lo tengo que hacer porque si no lo hago yo, no pasaría, si a mí no me dan la oportunidad no hubiera roto ese techo. A partir de ahí intento ser visible e inspirar a esas entrenadoras que a lo mejor se paran y dejan de empujar porque vemos el techo de cristal simplemente. Me gustaría ser solo entrenadora y ya está, pero me obligo a ser visible y decir que si yo he llegado otras también pueden.

-¿Todo esto no es una presión añadida, sobre todo al principio?

-Sí, yo eso al principio lo llevé como lo llevé. Quien me conoce sabe que tiro para delante, pero yo lo que quería era ser entrenadora y ser yo como soy. Pero esto viene con algo añadido y lo hubiera firmado. Que tengas una cámara detrás, que tengas entrevistas, que te miren y te juzguen por ser mujer. Todo eso hay que llevarlo y seguir porque viene. Otra cosa es que pudieras decir no. Incluso ahora en dos años y medio no ha habido otras mujeres y sigo siendo el foco. Pero sí que lo llevo con la naturalidad que puedo porque creo que es importante para el resto de entrenadoras, no solo de basket, para entrenadores y directivos, que vean que yo me sigo manteniendo haciendo mi trabajo, aportando lo máximo y que ellos vean que es entrenadora y no vean que es mujer, y puedan decir que esta entrenadora puede valer también.

-Todo esto que ha pasado ha sido un entrenamiento brutal de cara a si algún día es primera entrenadora de ACB, porque será lo mismo o peor los primeros días.

-Sí, esa es una presión añadida. Es verdad que la mujer tiene que demostrar algo más, no voy a decir el doble, pero algo más en situaciones iguales, nadie le pregunta a mi ayudante si sabe más o menos, es obvio que sabe porque si no no estaría. Hay una doble situación, que la gente que debe tomar la decisión no elige una mujer, porque tiene una presión añadida. Y nosotras tenemos que ser buenas. Si el día que me ponen de primera fallo, mis oportunidades no van a ser iguales. Yo creo que voy a estar mucho en el candelero. ¿No querías una oportunidad? Pues venga, demuéstrala. Es algo que tendríamos que superar también, y ser lo mejor que se pueda. En eso estamos, en estar preparada para que nadie te pueda pillar y decir, ¿ves?

-Cuando alguien le cuestiona si sabe de baloncesto, ¿qué le dice?

-Normalmente a la cara no te lo preguntan. Es una cosa abstracta que percibes, pero bueno, yo he sido jugadora, he tenido poca experiencia como entrenadora, dos años y medio, de ayudante en Valencia Basket, en selecciones, cadete, y estoy en ACB. Es lícito que uno pueda pensar y Ana qué hace ahí, pero también están Germán Gabriel, Alex Mumbrú, ¿y a ellos se les cuestiona? Sí es verdad que al exjugador se le cuestiona porque nosotros recortamos. Yo siempre digo, tú a los 13 y 14 años qué hacías, porque yo ya estaba en la pista pasando muchas horas. Eso no te da un estudio como los entrenadores que no han sido jugadores, que es increíble, te da otras cosas, y lo importante es compensarlo y seguir la evolución como entrenadora.

-No es cuánto sabes de baloncesto, sino la gestión de grupo, que quizá es lo más complicado, ¿no?

-Ahí es donde los exjugadores lo tenemos más natural. A lo mejor no tenemos un estudio de todas las posibilidades técnico-tácticas, y cómo desarrollarlo. Yo tengo claro que quiero jugar así, pero los entrenadores han tenido más tiempo. Yo sé cómo dar un pase. La calidad del jugador o entrenador es saber explicar cómo dar ese pase. Es como todo. Habrá exjugadores que serán buenos en general, en su experiencia y en saber transmitir y gestionarlo. Para mí es un equilibrio y no sólo tener una cosa buena, pero formarme en varias.