La Covid-19 no es ni mucho menos la única enfermedad que ha pasado de animales a humanos. La rabia, la tiña, la malaria o la encefalopatía espongiforme bovina (enfermedad de las vacas locas), forman parte de esta categoría.

A las ya citadas hay que sumar la leishmaniasis. Es una enfermedad provocada por un parásito llamado Leishmania infantum, que es un protozoo microscópico.

Se contagia por la picadura de un mosquito hembra, del tipo flebotomo, que actúa como un vector y que, al estar contaminado con este parásito, inocula a este protozoo en la sangre del animal.

Pero la enfermedad solo la transmiten las hembras del flebotomo, ya son las que se alimentan con sangre cuando se acerca el momento de poner huevos. Los machos, sin embargo, solo se alimentan de la savia y el néctar de algunas plantas.

La enfermedad ha sido siempre muy conocida en España porque afecta a los perros y se pensaba que no afectaba a los humanos. Pero hoy se calcula que en el mundo hay 12 millones de personas que sufren esta enfermedad y está presente en 98 países y territorios.

Pero los perros no la transmiten a los humanos. Y sí se puede contagiar entre personas a través de transfusión sanguínea, trasplante o usuarios de drogas al compartir agujas contaminadas. Incluso es posible también la transmisión vertical materno-fetal.

Síntomas de la leishmaniasis

Las manifestaciones clínicas de la enfermedad pueden ser de dos tipos: leishmaniasis cutánea y leishmaniasis visceral.

En el caso de la cutánea sus principales síntomas son:

  • Úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente.
  • Dificultad para respirar y para tragar.
  • Aparición de heridas en boca, nariz, lengua, labios o nariz.
  • Congestión y hemorragia nasal.

Cuando se padece leishmaniasis visceral se ven afectados órganos como el hígado, el bazo o la médula ósea. En estos casos los síntomas son:

  • Fiebre
  • Pérdida de peso.
  • Aumento del tamaño del hígado y el bazo.
  • Alteración de los valores analíticos de la sangre.

Este tipo de leishmaniasis es más grave y puede provocar la muerte en personas que ya tuvieran una enfermedad de base.

Una vez producida la picadura, la enfermedad comienza a manifestarse entre 2 semanas y 4 meses después en caso de su versión cutánea. Cuando la patología es visceral, los primeros síntomas aparecerán entre 2 y 6 meses después de la picadura.

Cómo usar bien el repelente de mosquitos Pixabay

Tratamiento

La forma de abordar esta patología va a depender del tipo de leishmaniasis que se padezca. Si la infección es cutánea, se optará por un tratamiento tópico, y si es visceral, por inyecciones de estibogluconato de sodio, entre otros fármacos.

También hay arsenal terapéutico para el tratamiento cuando la enfermedad afecta a las vísceras.

Medidas para prevenir la leishmaniasis

La única forma de evitar esta infección es protegerse de las picaduras del flebotomo o mosca de la arena. Para ello se deben tomar en cuenta algunas medidas de protección, en especial en casas bajas y chalets.

  • Rociar con insecticidas de larga duración los cercos de las puertas y ventanas, así como cualquier posible vía de entrada de insectos a la casa.
  • Instalar antimosquitos eléctricos en los enchufes.
  • No acumular restos vegetales ni escombros.
  • Poner mosquiteras de un milímetro cuadrado de malla en puertas y ventanas.
  • Aplicar una vez al día insecticidas en spray en las habitaciones.
  • En época de mosquitos, usar ropa protectora y repelentes.

Enfermedad de declaración obligatoria

La leishmaniasis es desde el año 1982 una enfermedad de declaración obligatoria, es decir, cualquier caso detectado debe ser comunicado a la Red de Vigilancia Epidemiológica para detectarla a tiempo y poder tomar las medidas necesarias para su contención.

A pesar de ello, los expertos consideran que uno de cada 5 casos de leishmaniasis visceral no se notifica, y la mitad de los casos de leishmaniasis cutánea queda sin comunicar.