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Un fármaco que ya se utiliza para la diabetes tipo 2 ha sido puesto a prueba contra la obesidad con magníficos resultados.

Se trata de la semaglutida, del laboratorio Novo Nordisk, y el ensayo clínico que ha sido realizado por investigadores de la Universidad Northwestern, en Chicago, acaba de ser publicado por la revista científica New England Journal of Medicine.

La semaglutida es una versión sintética de una hormona natural que actúa sobre los centros del apetito en el cerebro y en el intestino, produciendo sensación de saciedad. Y si las conclusiones de los investigadores se confirman, estaríamos ante el primer fármaco de la historia que demuestra ser eficaz contra la obesidad y todas las consecuencias negativas que el sobrepeso provoca en nuestra salud.

Porque si bien hemos asistido a la aparición de varios medicamentos como grandes soluciones contra la obesidad, lo cierto es que casi todos los que han ido apareciendo han sido retirados por provocar efectos adversos graves. Casos como varias anfetaminas, que acababan creando adicción, o la fenfluramina, que resultó perjudicial para el corazón, o más recientemente la lorcaserina, que acabó evidenciando un riesgo real de producir cáncer, han acabado desapareciendo.

Pero ahora las cosas parecen ser más halagüeñas, y el hecho de tratarse de un medicamento que ya está siendo utilizado por los enfermos de diabetes tipo 2 sin que se observen efectos secundarios preocupantes, hace concebir mayores esperanzas.

Y sobre todo viendo el resultado del ensayo, en el que los pacientes han perdido más de un 15% de su peso corporal promedio.

En el ensayo doble ciego participaron 1.961 adultos en 129 centros de 16 países con un índice de masa corporal superior a 30, que es lo que se considera obesidad.

Para refrescar los datos, el índice de masa corporal se calcula dividiendo el peso en kilogramos por el cuadrado de la altura en metros, y lo que se considera como normal es lo situado entre 18,5 y 24,9. Desde ahí hasta 30 se considera sobrepeso, y mayor de 30 ya es obesidad.

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El experimento duró 68 semanas, y a todos los participantes se les inyectó semanalmente semaglutida o un placebo, en proporción de 2:1.

El resultado final es que quienes habían recibido Semaglutida a dosis mayor (2,4mg.) de la que utilizan los pacientes con diabetes, perdieron cerca del 15% de su peso corporal, que por entenderlo fácil serían unos 9 kilos en una persona de 60 kg, unos 12 en una de 80 kg o 15 en una persona de 100 kg.

Y más de un tercio de los participantes que recibieron el medicamento perdieron por encima del 20 por ciento de su peso al inicio del ensayo. Una quinta parte de su peso.

En cuanto a los efectos secundarios que se han encontrado en este tiempo, los más comunes fueron náuseas y diarrea, pero muy mayoritariamente se trató de dolencias típicamente transitorias y de gravedad leve a moderada que disminuyeron con el tiempo. Sólo un 4,5% de los tratados con Semaglutida interrumpieron el tratamiento debido a problemas gastrointestinales.

El Dr. Robert F. Kushner, que dirigió el estudio, lo califica como “el comienzo de una nueva era de tratamientos efectivos para la obesidad”.

el Dr. Rosen, editor del New England Journal of Medicine y coautor de un editorial que acompaña al estudio, asegura que “tiene un enorme potencial para perder peso y los síntomas gastrointestinales entre los participantes fueron realmente marginales. Nada que ver con los medicamentos para bajar de peso en el pasado”.

Otra de las conclusiones que el director de este estudio puso de manifiesto es que “el ensayo confirma lo que los científicos ya sabemos: que la fuerza de voluntad no es suficiente. Porque los participantes que recibieron el placebo y asesoramiento sobre dieta y ejercicio apenas perdieron peso.

Su único problema es el precio, ya que la dosis más baja utilizada para tratar la diabetes en EE UU. tiene un precio en farmacia de casi 1.000 dólares al mes. Y la dosis empleada en este ensayo es bastante más alta. Y claro, no es fácil que llegado el caso lo cubriese la seguridad social, salvo en casos de enfermedad.

También es verdad que este ensayo necesitará mantenerse en el tiempo para saber si las dosis altas pueden tener consecuencias graves a largo plazo.